“Llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle: “Tu hija ha muerto. ¿Para que molestar más al maestro? Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: “No temas; basta que tengas fe”. Entró Jesús y les dijo: “¿Qué estrépito y qué lloros son estos? La niña no está muerta, está dormida”. Y se reían de él. (Mc 5,21-43)
¡Con qué facilidad pasamos de las lágrimas a las risas!
No resulta más fácil llorar por las desgracias que alegrarnos por las esperanzas.
Y hasta puede que nos resulte más fácil lamentarnos por lo malo que acontece a nuestro lado que celebrar el optimismo de quienes aún creen en la vida.
Hay demasiado pesimismo en nuestro entorno.
Hay demasiados que siguen pensando que ya todo está muerto.
Pero son pocos los que siguen creyendo que todavía queda mucha vida en la vida.
Son más los que creen en la muerte, que los que siguen gritando: “La niña no está muerta sino que está dormida.
¿Qué hay muchos signos de muerte? Es cierto.
Pero ¿hemos visto la cantidad de signos de vida que todavía hay?
En el invierno todo parece muerto.
Pero todo estaba dormido.
Sólo se necesita de una primavera que despierte todo lo que dormía.
La primavera es el, despertador madrugador para que los dormidos se despierten y comience de nuevo la vida
¿No nos sucederá algo parecido en la vida, en la sociedad, en la Iglesia?
Si leemos los periódicos o escuchamos los medios de comunicación, hay demasiadas noticias de que “tu hija ha muerto, ¿para qué molestar más al maestro?”
Pero si luego nos asomamos al corazón de tantos hombres y mujeres que caminan por la calle, nos damos cuenta de que hay más vida que muerte.
Por uno que roba, ¿cuántos dejan de robar?
Por eso es más noticia el ladrón que el que no lo es.
Por uno que mata, ¿cuántos dan vida, crean vida y alientan la vida?
Por eso es más noticia el asesino que el que da vida.
Para muchos, el matrimonio está muerto.
Y yo me encuentro con cantidad de matrimonios felices y que viven cada día la fiesta del amor.
Para muchos, nuestra juventud está podrida, no tienen vida sino alborotos y ruidos para disimular la muerte de sus corazones.
Pues, debo confesar, que cada día me encuentro con jóvenes que luchan, que sueñan y que miran lejos
Para muchos, la Iglesia si no está muerta, sí se está envejeciendo camino de la muerte.
Pues, ¿qué quieren que les diga?
Yo encuentro en la Iglesia muchas ramas muertas, pero aún descubro un tronco con raíces profundas y troncos por los que corre gozosa la vida del Espíritu.
Es cierto, hay muchos matrimonios que “duermen”.
Es cierto, hay muchos jóvenes que “duermen”.
Es cierto, hay muchas cosas en la Iglesia que “duermen”.
Pero solo eso, “duermen”, pero “no están muertas”.
“No temas, le dice Jesús a Jairo: basta que tengas fe”.
Y verás que, donde unos lloran a gritos la muerte de tu hija, tú verás con qué alegría se despierta y “se pone en pie y echa a andar”.
Necesitamos más fe, aunque todo nos parezca oscuro.
Necesitamos más esperanza, donde ya muchos la han perdido.
Y nuestros ojos volverán a ver que el frío del invierno se transforma en calor y color de primavera.
Hay demasiada maldad que todos conocemos.
Pero, aun queda mucha mas bondad, que también debiéramos conocer.
Porque, cuando nosotros ya nos sentimos incapaces de despertar la vida, aún nos queda el recurso de Jesús y nuestro grito de padre: “Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva”.
Clemente Sobrado C.P.