Haz click y escucha aquí Homilía del P. Clemente Sobrado cp. sobre la Epifanía del Señor.
“Entonces, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: “¿Dónde está el
Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo”. Al
enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y toda Jerusalén con él; convocó a los sumos
sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías.
Entonces Herodes llamó en secreto s los magos para que le precisaran el tiempo en que
habían visto aparecer la estrella, y los mandó a Belén diciendo: “Vayan y averigüen
cuidadosamente acerca del niño y, cuando lo encuentren, avísenme, para que también yo vaya
a adorarlo”. (Mt 2,1-12)
Hoy celebramos la fiesta de la Epifanía. Bueno,
ustedes la conocen como la “Bajada de Reyes”
o simplemente como la fiesta de los “Reyes Magos”,
y otros “La Cabalgata de los Reyes”.
De todos modos, el verdadero nombre sería la Epifanía,
porque el centro de la celebración no son los Santos Reyes,
sino el mismo Jesús que hoy se manifiesta y se revela al mundo pagano.
Jesús se ha manifestado a Israel en la persona
de María y José y de los pastores, en la Navidad.
Y ahora se manifiesta al mundo de la gentilidad.
Con esto rompe la idea de un Dios único y exclusivo para Israel.
A Dios no podemos encasillarlo en un pueblo, ni en una cultura.
Nuestra manía es hacernos propietarios de Dios.
Y Dios es para todos.
Es un Dios universal. Para todos los pueblos,
todas las culturas y todos los hombres.
La figura de los Reyes Magos es el símbolo de la humanidad
que camina buscando a Dios.
Por mucho que digamos, el hombre busca a Dios.
Incluso quienes dicen no interesarse por él,
en el fondo lo necesitan y lo buscan.
La estrella de los Magos, es el símbolo de las señales
y las huellas de Dios en la historia,
a través de las cuales el hombre llega a Dios.
Es cierto que no siempre las señales de Dios suelen ser claras y manifiestas.
Hay momentos en los que las huellas de Dios
aparecen muy borrosas y apenas se las puede ver.
De ahí que, el camino hacia Dios tiene momentos de oscuridad,
de dudas, de rodeos.
Y ahí está uno de los retos de la Iglesia y de cada cristiano.
La Iglesia está llamada a ser el sacramento,
la señal de Dios en la historia.
Y cada día tiene que autoanalizarse para ver si sus señales son claras
o también si emite señales deficientes,
o incluso si deja de emitir señales de Dios hoy y al hombre de hoy.
Y este es también nuestro reto y nuestro desafío de cristianos.
¿Revelamos a Dios o le oscurecemos?
¿Somos estrella que alumbra y guía o estrella apagada ?
Los que vienen de lejos. Dicen que son tres.
Dicen que son “Reyes”. Dicen que son “Magos”.
No tienen nombre, buena señal, porque simbolizan a todos los que:
Ven desde lejos, lo que no ven los de cerca.
Buscan desde lejos, lo que no buscan los de cerca.
Se ponen en camino, aunque el camino es largo.
No vienen a pedir nada. Vienen a traer sus dones y regalos.
No vienen a pedir favores. Vienen a dar.
No vienen con majestad y grandeza.
Vienen con la humildad del que busca.
Vienen con la sencillez del que encuentra.
Vienen a adorar postrados de rodillas.
Sufren el cansancio que fatiga los cuerpos.
Sufren la oscuridad que borra los caminos.
No hay desaliento sino búsqueda.
Ni el cansancio ni la oscuridad hacen perder la esperanza.
Vuelven a sus tierras por otros caminos.
Porque cuando se ha encontrado a Dios,
los caminos son distintos.
Se va por un camino y se regresa por otro.
Ahora ya no es la luz de la estrella la que los guía.
Ahora es la luz de su corazón que ya no se apaga.
Y una reflexión entre nosotros dos:
Yo soy tu estrella, no tu camino.
Tú eres mi estrella, no mi camino.
Pero tú y yo, mostramos el camino.
Tú eres el dedo de Dios que me muestra mi camino.
Yo soy el dedo de Dios que te muestro tu camino.
Por eso tú eres tan importante en mi vida.
Y por eso, yo soy tan importante en la tuya.
Es posible que tú nunca te des cuenta.
Es posible que yo nunca me dé cuenta.
Y a pesar de todo, somos el uno para el otro, la estrella de un camino.
Tu vida no me pude ser indiferente.
Tampoco la mía es indiferente para ti.
De cómo vivamos tú y yo dependerá que ambos logremos nuestra meta.
Nadie sabe cuán importante es la vida de los demás.
Y nadie sabe cuánto bien puede hacer a los demás.
Y nadie sabe cuánto daño puede hacer al otro.
Todos vivimos una interdependencia.
Nuestras vidas se cruzan en el camino.
Y también se encuentran en el mismo camino.
Distintos caminantes, y uno solo es el camino.
Si mi estrella se apaga, enciéndela con la luz de la tuya.
Si tu estrella se apaga, cuenta con la pequeña luz de la mía.
Y así juntos llegaremos a final del camino.