Recuperar la alegria de vivir

Domingo 6 b de Pascua

Digo recuperarla, porque en realidad la hemos perdido. Mejor dicho, la hemos reemplazado por esas alegrías trapo. Hemos reemplazado la alegría por el placer, por tener cosas, por el triunfar, por el distraernos de nosotros mismos, por el pensar en puras fantasías huyendo de nosotros mismos.

Y además, hemos perdido la alegría de nuestra fe y de nuestra vocación, porque todos nos han metido miedo en el corazón y nos han presentado un Dios juez supremo dispuesto a sentenciarnos a todos.

Por eso, el Evangelio de hoy me encanta porque es una llamada a la alegría. Un Jesús que no nos invita a llorar, ni a gemir, ni a vivir como una Doña Lamentos, ni con dolores de estómago o de hígado, sino que nos dice claramente:

“Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud”.

1df2Pero la invitación de Jesús no es una invitación en el vacío. Es una invitación motivada. Nos ofrece las razones suficientes para estar alegres. Leed el Evangelio de hoy y las encontraréis bien claritas:
“Como el Padre me ha amado, así os he amado yo, permaneced en mi amor”.
“Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”.
“Vosotros sois mis amigos”.
“Ya no os llamo siervos”.
“A vosotros os llamo amigos”.
“No sois vosotros quienes me habéis elegido, soy yo quien os ha elegido y os he destinado a que vayáis y deis fruto y vuestro fruto dure”.

En una palabra, las verdaderas razones de la alegría de un cristiano son:
El amor. El amor de Dios, el amor de cada uno de nosotros.
La elección. El sentirnos elegidos y preferidos por El.
La amistad. Saber que nuestras relaciones con Dios son relaciones no de simples vecinos sino de verdadera amistad.
Nada de esclavos y esclavitud. Nos movemos en el clima y calor de los amigos.

Por eso no se trata de una alegría cualquiera. Se trata de la alegría “plena”, como plena es la alegría de Jesús en su relación con el Padre. Hasta el misterio de la Cruz es para el cristiano un motivo más de alegría, porque en ella, Dios nos revela su amor y su amistad, entregando a su propio Hijo.

Uno de las verdaderas señales de la autenticidad y la experiencia de nuestra fe tendría que ser la alegría. Si Santa Teresa dijo que “un santo triste es un triste santo”, nosotros debiéramos decir que “un cristiano triste es un triste cristiano”. Una de mis primeras experiencias sacerdotales fue cómo mi alegría dio comienzo a la conversión de una joven de treinta y ocho años en Marsella. Terminada la Universidad en Roma, me pasé tres meses supliendo a un Párroco en Marsella. Vivía con los papás del párroco que eran una belleza de personas. Y apareció esta Señorita que llevaba las marcas de la tristeza. Toda una tragedia de vida. Hasta que un día me dice: “¿por qué usted está siempre tan alegre y sonriente?” Ahí percibí que la gracia ya la había tocado. Aproveché la oportunidad hasta que logré reintegrarla a la Iglesia y confieso que ha sido una de las almas más finas que he tenido en mi sacerdocio.

Personalmente me he sentido impactado por la experiencia de José Luís Martín Descalzo, sacerdote y periodista. Acababa de terminar su libro “Razones para la alegría”. El editor le urgía que cuanto antes se lo presentase. Y él le responde: El libro estaba acabo. Hoy mismo escribo el prólogo. Y escribe: “Pero esta mañana ha ocurrido “algo”. ¿Me ponía a llorar? ¿Me dedicaba a compadecerme? Me ha parecido más lógico intentar hacer algo. Pero, ¿cómo escribir un prólogo sobre la alegría cuando acaba de derrumbarse un trozo de alma, cuando aún estás intentando tragarte la notita de que en lo que te resta de vida permanecerás cinco horas, un día sí y un día no, atado a una máquina?” (Problema de diálisis) “Me detengo y pienso que hoy es el día exacto para hablar de la alegría”.
Y termina el Prólogo con un P. S. “Una nueva razón para la alegría: cuarenta y ocho horas después de escrito este prologuillo, en el que yo aprovechaba mi enfermedad para pavonearme un poco de héroe, el médico me concede un mes de “amnistía”. Me alegra, claro. Y después de reírme un poquito de mi melodramática introducción, me dispongo a robarle a la enfermedad un mes, o dos. O todos los que se deje.”.

Por eso comienza el libro con un título provocativo: “El sacramento de la sonrisa”, y dice: “Si yo tuviera que pedirle a Dios un don, un solo don, un regalo celeste, le pediría, creo que sin dudarlo, que me concediera el supremo arte de la sonrisa. Es, me parece, la cima de las expresiones humanas”.

Dios necesita de:

De cristianos con más alegría en el alma.
De cristianos que sepan sonreírse a sí mismo y a los demás.
De una Iglesia que deje sus excesivas formalidades.
De una Iglesia que se olvide de personajes tan majestuosos.
De una Iglesia que deja la demasiada seriedad en sus celebraciones.
De una Iglesia que vuelva a sonreír, que sea “sacramento de la sonrisa”,
“sacramento de la alegría” de Cristo que vive en ella. Sacramento de la alegría de Dios.

Oración
Señor: Sé que los problemas de la vida no son precisamente
una invitación a la alegría.
Sé que la enfermedad no es una invitación a la alegría.
Pero también sé que, aún así, tengo tu invitación y tu llamada.
Tengo tu amistad y que cuentas con la mía.
Tengo tu amor que nunca me fallará.
Por eso, dame la gracia de ser cada día, el “sacramento de tu alegría”.

Clemente Sobrado C. P.

www.iglesiaquecamina.com

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4 Respuestas a “Recuperar la alegria de vivir

  1. Max Enrique Ramirez D.

    Que lindo mensaje a la alegria del alma, aûn sin tener enfermedades me siento que he perdido esa alegria y como anhelo recuperarlo,por querer ambiciones faciles,caî en lo profundo y no puedo salir de esto, quiero ser una simple persona con otra clase de ambiciones y tengo 3 hijos que quisiera mostrarle la verdadera alegria de la vida……..y no puedo

  2. Max Enrique Ramirez D.

    quisiera saber los horarios de las misas

  3. es maravilloso y haré cada día, a pesar de la enfermedad que ya se esta terminando Gracias a Dios, todo lo que pueda por ser una persona alegre y transmisora de la algría de sentir que siempre tengo a Jesús que me quiere.- Gracias

  4. padre amo la ternura, lo humano, y cercano que USTED hace a nuestro Dios, un dios que es cercano, amoroso, humano… gracias

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