Bocadillos espirituales para vivir el Tiempo Ordinario: Domingo 14 º – Ciclo C

“Designó el Señor otros setenta y dos, y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir él. Y les decía: “La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias…” (Lc 10,1-12.17-20)

No nos hagamos ilusiones.
Nosotros no somos los salvadores de los hombres.
Solo Jesús puede salvar.
Nosotros somos simples prepara caminos.
Nosotros somos simples prepara corazones.
Nosotros somos como el Bautista, los que vamos por delante.
Pero el importante es el que “viene detrás de nosotros”.
Primero los ingenieros que abren y preparan caminos.
Luego son los carros que los recorren y llegan al otro lado.

Dios es el que salva.
Pero Dios no trabaja solo.
Necesita contar con nuestra ayuda.
Dios es el que toca los corazones.
Pero nosotros somos los que preparamos su llegada.
¡La salvación depende toda de Dios!
¡Pero también depende toda de nosotros!

Y aquí nadie puede tirar la toalla.
Aquí nadie puede decir “esto les corresponde a los curas”.
Aquí nadie puede lavarse las manos y que el resto se las vea.
Si hay algo grande es nuestras vidas es que el Dios nos asocie a la obra maravillosa de ser Buena Noticia para todos los hombres.
Aquí solo sirve la palabra “todos”.
“Todos” igualmente responsables.
“Todos” los hombres tienen derecho a esta buena noticia.

Cuando se trata de preparar el camino de Dios a los hombres todos somos necesarios y todos somos responsables.
“Envió otros setenta y dos”.
Envió no solo a los doce, sino a todos los que creen en él.
¿Qué los curas nos hemos apropiado del ministerio de Evangelio?
La culpa no la tiene Jesús ni el Evangelio, sino nosotros que nos hemos sentido “únicos y exclusivos”.
El único exclusivo es Jesús, que es el único que salva.
Pero el resto estamos implicados en preparar los caminos a “donde él piensa llegar”.
Y Jesús piensa llegar a toda la creación y a todos los hombres.
“Por eso la mies es mucha”.
Aquí no hay privilegiados.
Dios quiere salvar a todos.
Ya ven, la mies es abundante.
Y los caminos que llevan a todos los hombres son muy variados.
Aquí todos somos “ingenieros de caminos” por donde Dios quiere llegar a todos los hombres.

Es posible que la radicalidad que Jesús pide en aquel entonces no sea aplicable literalmente hoy.
Pero el sentido de esa radicalidad sigue teniendo actualidad.
El Evangelio no necesita equipaje de viaje.
El Evangelio no necesita chequeras de Banco.
El Evangelio solo necesita:
Desprendimiento de todo.
Desinstalación de todo.
Libertad de espíritu en todo.
Testimonio de vida en todo.
Generosidad de entrega en todo.
Entrega incondicional en todo.
Abandono total en las manos de Dios.
Amor universal a todos, sin excluir a nadie.
Ganas y compromiso de ir por delante preparando caminos.

Hoy en los aviones solo permiten veintitrés kilos de equipaje.
Jesús nos dice que son demasiados.
Que la mejor manera de prepararle el camino es no llevar nada.
Y el desprendimiento, la desinstalación, la libertad, el testimonio, la generosidad, la entrega, el abandono y el amor, las ganas y el compromiso no pesan.
Al contrario ponen alas en la vida para volar.

¿Aceptamos el reto y el desafío del Evangelio?
Aquí no se aceptan devoluciones.
Solo se aceptan decisiones y disposiciones.

Clemente Sobrado C. P.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.