Bocadillos espirituales para vivir el Tiempo Ordinario: Martes de la 14 a. Semana – Ciclo C

“Al ver a las gentes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: “La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos, rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies”. (Mt 9,32-38)

Cada vez que salgo a la calle y veo a esas criaturas vendiendo caramelos o simplemente tendiendo la mano, pidiendo un “un sol para un pancito”, me brota espontánea la pregunta:
¿Y dónde estarán sus padres?
¿Y tendrán padres?
¿Tendrán una familia que los acoja?
¿Habrán dormido bajo el puente o delante de algún portón?

Por eso me gusta el gesto de Jesús:
Que caminaba siempre con los ojos bien abiertos.
Que caminaba y tomaba conciencia de tanta gente que andaba a la deriva.
Que sentía compasión porque eran gentes “extenuadas y abandonadas”.
Que sentía compasión porque las veía como “ovejas que no tienen pastor”.
Que sentía compasión porque veía que nadie se preocupaba de ellas.
Que sentía compasión porque veía que nadie se interesaba por ellas.

Uno de los dones de Dios es:
Hacernos capaces de ver las necesidades de nuestros hermanos.
Hacernos capaces de compadecernos de los necesitados.
Hacernos capaces de sentir el abandono de aquellos de quienes nadie se interesa.
Hacernos capaces de verlas con el corazón.
Hacernos capaces de que toquen nuestro corazón.

¿Dónde están los pastores?
¿Dónde están los responsables?
¿Dónde estamos los demás?

Y Jesús las ve como la “mies del Padre”.
Jesús las ve no como algo indiferente sino como “el trigal del padre”.
Jesús las ve no como algo extraño, sino como la “heredad del Padre”.

Y Jesús ve que no son unos cuantos, sino como “mies abundante”.
Que también ellos están llamados a ser el trigo que quiere segar el Padre.
Que también ellos están llamados a ser el trigo y el grano del Padre.
Que también ellos están llamados a ser atendidos por el Padre.
Que también ellos son amados del Padre.
Que también ellos tienen derecho a ser atendidos y cuidados.

Es que para Jesús y para el Padre no puede haber excluidos de su amor.
Es que para Jesús y para el Padre no puede haber excluidos de su gracia.
Es que para Jesús y para el Padre no puede haber excluidos del Evangelio.

Y que para eso estamos los demás, para ser “los obreros de su mies”.
Y que para ello se necesitan muchos obreros, porque hay pocos.
Y que para ello necesitamos pedirle al Padre:
Que despierte los corazones.
Que despierte la sensibilidad.
Que envíe más obreros a su “mies”.

Todos estamos llamados a ver y fijarnos en cuantos “andan sin pastor”.
Todos estamos llamados a responsabilizarnos de aquellos “que no tienen padre”.
Todos estamos llamados a responsabilizarnos de aquellos “que no tienen hogar”.
Todos estamos llamados a responsabilizarnos de aquellos que andan buscando y no encuentran.

La mies es del Padre.
Pero los encargados de trabajarla somos todos.
Las ovejas descarriadas también son del Padre.
Pero hacernos cargo de ellas es competencia de todos.

Señor: danos tus ojos para ver.
Señor: danos tu corazón para sentir.
Señor: danos tu corazón para sentirnos pastores responsables.
Señor: que todos nos sintamos “padres” de tantos “huérfanos de la vida”.

Clemente Sobrado C. P.

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