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Sugerencias para el Viernes Santo en familia

P. Clemente Sobrado cp.

Santuario de San Gabriel de la Dolorosa, Gran Sasso - Italia
Medita aquí el Vía Crucis

Preparativos:

  • Una salita limpia de todo o con una mesa central.
  • En el suelo o sobre la mesa, ponemos un CRUCIFIJO o un cuadro del Crucificado.
  • No hacen falta velas, además evitamos peligros.
  • A los pies del Crucifijo ponemos la Biblia o Nuevo Testamento abierto en el Relato de La Pasión, Evangelio de San Juan en el capítulo18, versículos del 1 al 19

Sugerencias:

1.- Nos reunimos todos en torno al Crucifijo.

2.- Nos quedamos un ratito mirándolo en silencio.

3.- Lemos el texto breve de la Pasión según San Juan, desde la Presentación de Jesús a Pilatos para no hacerla muy larga, sobre todo, si hay niños.

4.- El que preside toma en sus manos el Crucifijo, lo muestra a todos y les dice:

  • ¡Este es Jesús que nos amó hasta dar su vida por nosotros!
  • “Gracias, Jesús, porque nos has amado tanto”.
  • Este es Jesús que nos amó hasta dar su vida por nosotros.
  • “Gracias, Jesús, porque nos has amado tanto”.
  • Este es Jesús que nos amó hasta dar su vida por nosotros.
  • “Gracias, Jesús, porque nos has amado tanto.

5.- Y luego lo da a besar a cada uno.

6.- Ahora le vamos a pedir a Jesús por todos nuestros hermanos que sufren:

  • Por todos los enfermos que están en sufriendo en sus casas.
  • Bendíceles con tu amor, Jesús.
  • Por todos los contagiados por el virus, para que tengan consuelo.
  • Bendíceles con tu amor, Jesús.
  • Por todos los que atienden a enfermos crucificados con Jesús.
  • Bendíceles con tu amor, Jesús.
  • Por todos los necesitados del mundo.
  • Bendíceles con tu amor, Jesús.
  • Por todos los que no creen en Dios.
  • Bendíceles con tu amor, Jesús.
  • Por todos los cristianos para que seamos fieles a nuestro bautismo.
  • Bendíceles con tu amor, Jesús.
  • Para que Jesús bendiga esta nuestra familia y todas las familias.
  • Bendícelas con tu amor, Jesús.
  • Para que todos nos amemos como Jesús nos amó a todos.
  • Bendícenos con tu amor, Jesús.
    “Que la Pasión de nuestro Señor Jesucristo esté siempre en nuestros corazones y seamos testigos de su amor. Amén.“

7.- Tomados de la mano rezamos todos un Padre Nuestro.

8.- Podemos hacer una Comunión espiritual, deseando que Jesús venga a nuestros corazones porque creemos en él y le amamos y nos sentimos amados por él.

9.- Que el Señor nos bendiga a todos, bendiga nuestra familia y a todas las familias.
“Podemos ir en paz”.

Sugerencias para el Jueves Santo en familia

cena familiar en jueves santo

Algunos criterios de celebración
Quisiera ayudarles con algunas posibles orientaciones.
Cada uno es libre de celebrarlo a su estilo.
Solo son sugerencias.


PARA EL JUEVES SANTO

Preparativos:
– Preparar una mesa con sillas para todos.
– Preparar la Cena normal, no hace falta hacer gastos.
– Sería bonito si se puede poner un mantel sencillo.
– Poner el servicio para todos.
– El pan en el centro de la mesa.


1.- Al caer de la tarde o comienzo de la noche,
se reúne toda la familia.


2.- Se sientan todos a la mesa.
Tratar de crear un ambiente sereno de alegría y bondad.
Hablar con bondad todos.

3.-El que preside la Mesa puede comenzar, diciendo:
“Bueno, hermanos, nos reunimos esta noche como Jesús
con sus Discípulos aquel primer Jueves Santo.
Fue la Ultima Cena de Jesús con ellos.
Fue una cena de cariño y amor, una cena de despedida de Jesús.
Por eso vamos leer el Evangelio de Juan cap 13, del 1-15.


4.- Después de leído el Evangelio:
Ahora nos vamos a reconciliar todos:

  • ¿Nos amamos unos a otros?
  • ¡Nos amamos!
  • ¿Nos perdonamos unos a otros?
  • ¡Nos perdonamos!
  • Pues ya que nos amamos y perdonamos
    nos damos todos “UN ABRAZO DE PAZ”.
    (Y SE DAN UN BESO Y UN ABRAZO)
  • Y el que preside, pudiera dar un
    pedacito chiquito de pan a cada uno.
    “Este es el pan que nos regala nuestro Padre del cielo
    y que nosotros hemos conseguido con nuestro trabajo”.
    “Y todos queremos comulgar, y recibir a Jesús en nuestro corazón”.
    Como Jesús compartió el pan con sus Discípulos.
  • Y ahora vamos a cenar contentos lo que tenemos.
  • Hablamos con alegría.

Y sería bonito que, al terminar la cena,
todos recojamos la mesa y entre todos,
como señal de servicio y de amor,
limpiemos todo y lavemos todo.
Y lo dejemos todo limpio.

Y la Pascua volvió a la Iglesia Doméstica

P. Clemente Sobrado cp.
Semana Santa 2021

Semana Santa en familia en Cuarentena

Amigos, por segundo año consecutivo, la Semana Santa
la vamos a celebrar en la Iglesia Doméstica, es decir,
en nuestras casas.

No es que me alegre por “tener que encerrarnos de nuevo”,
ni tener “que cerrar las puertas de las Iglesias Parroquiales”.
“La Iglesia parroquial siempre será nuestro segundo hogar”.
Tiene sabor a hogar, a familia, a encuentro.

Pero me alegra que “las Iglesias Domésticas”,
vuelvan a “abrir sus puertas a celebrar los misterios pascuales”.
Que cada familia vuelva a florecer en celebración pascual.

Y esto, no es nada nuevo.
La Primera Pascua, se celebró en Egipto
para salir de la esclavitud.
Y se celebró en “las casas”.
En ellas se comió el Cordero Pascual.
Y se comió de pie, bastón en mano, como signo de “salida,
dispuestos a ponernos en camino
hacia la libertad de la esclavitud.

“El Señor dijo a Moisés:”Yo soy el Señor.
La sangre (del cordero de Pascua) será una señal para USTEDES,
en aquellas casas en que estén,
y cuando Yo vea esa sangre, pasaré de largo de vosotros.” (Éxodo 12:13)

“Celebrad el día de hoy como una ley perpetua
para las generaciones venideras.
Cuando entren a la tierra… observad esta ceremonia…
Es el sacrificio de la Pascua del Señor ‘ (Éxodo 12:27)

“Se ha de comer dentro de casa. “Ex 12,46..)

Luego la celebraron en “el Desierto”.
No había Templos sino “tiendas de campaña”.
“Moisés dijo a los hijos de Israel que celebraran la Pascua.
“La celebraron en el desierto del Sinaí”
(Núm 9,4-5)

Y al entrar en la Tierra Prometida,
celebraron Pascua en Guilgal. (Jos 5,10)

¿Y quién no recuerda al mismo Jesús?
“sus discípulos le dijeron: ¿Dónde quieres que vayamos
y hagamos los preparativos para que comas la Pascua?
“Id a la ciudad, os saldrá al encuentro un hombre llevando
un cántaro de agua, decid al dueño de la casa:
El Maestro dice: ¿Dónde está mi sala,
donde pueda comer la Pascua con mis discípulos?
(Mc 14,12-16)

Jesús no celebró su Pascua en el Templo
sino como todos “en una casa prestada”.

¿Y dónde se apareció resucitado a los suyos?
“Estaban en una casa con las puertas cerradas”.

Como veis, amigos, otro año que “volvemos a celebrar la Pascua”
donde la Pascua comenzó: “en nuestra casa”.
Tampoco habrá grandes ceremonias y aglomeración
de fieles en los templos.
Pero habrá celebración de Pascua.
Y cada uno de nuestros hogares y familias florecerá
en Pascua, y en resucitados.

Incluso la celebraremos en comunión con quienes la van a celebrar:
En los Hospitales, en las Clínicas, en los lugares de cuarentena.
Tal vez, sea ahí donde mejor podremos comprender:
El Jueves Santo: Jueves del amor fraterno, del servicio, de la caridad.
El Viernes Santo: Viernes del Crucificado y los crucificados.
Los que con Jesús están crucificados en su cama UCI,
sin clavos, pero pendientes de unos tubos de Oxígeno.
Un Viernes Santo donde no gritaremos “Crucifícale”.
Sino que gritaremos a Dios: “Señor, sánalos, devuélveles la salud”.
Un Sábado Santo: agarrándonos todos de la mano
“esperando pase esta situación dolorosa,
y amanezcan las luces de la mañana de Resurrección”.
Y todos podamos sentir que el Resucitado “entra dentro
de nosotros a decirnos que no tengamos miedo,
que la muerte ha sido vencida”.

Celebremos con alegría “la Pascua de Jesús”,
en el calor de nuestras casas, nuestros hogares y nuestras familias”.
¡Y ahí cantemos todos el “Aleluya Pascual!

Palabras de esperanza: Los ancianos

P. Clemente Sobrado cp.

“Cuando entraban con el Niño Jesús, sus padres para cumplir con lo previsto por la”. ley, Simeón lo tomó en sus brazos y bendijo a Dios diciendo: “Ahora, Señor, según tu promesa puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel”. (Lc 2,22-35)

Esta la presentación del Niño Jesús en el Templo,
bien la pudiéramos celebrar como el “Día del Anciano”.
Es el encuentro de la vida que comienza con la vida que atardece.
Es el encuentro de la vida que comienza con la vida que se está apagando.
Es el encuentro del “niño” con el “anciano”.
Es la vida que “comienza, en los brazos cansados de la vida”.
Es el abrazo del anciano que estrecha entre sus brazos ya débiles,
la debilidad del nieto que comienza.

Quisiera que mi reflexión fuese hoy lo que nos dice
el Papa Francisco sobre los ancianos,
en su Exhortación sobre “La alegría del amor”.

«No me rechaces ahora en la vejez, me van faltando las fuerzas,
no me abandones» (Sal 71,9).
Es el clamor del anciano, que teme el olvido y el desprecio.
Así como Dios nos invita a ser sus instrumentos para escuchar
la súplica de los pobres, también espera que escuchemos
el grito de los ancianos.
Esto interpela a las familias y a las comunidades,
porque «la Iglesia no puede y no quiere conformarse
a una mentalidad de intolerancia,
y mucho menos de indiferencia y desprecio,
respecto a la vejez.
Debemos despertar el sentido colectivo de gratitud,
de aprecio, de hospitalidad,
que hagan sentir al anciano parte viva de su comunidad.
Los ancianos son hombres y mujeres,
padres y madres que estuvieron antes que nosotros
en el mismo camino, en nuestra misma casa,
en nuestra diaria batalla por una vida digna».
Por eso, «¡cuánto quisiera una Iglesia que desafía
la cultura del descarte con la alegría desbordante
de un nuevo abrazo entre los jóvenes y los ancianos!».

San Juan Pablo II nos invitó a prestar atención
al lugar del anciano en la familia, porque hay culturas que,

«como consecuencia de un desordenado desarrollo
industrial y urbanístico, han llevado
y siguen llevando a los ancianos
a formas inaceptables de marginación».

Los ancianos ayudan a percibir «la continuidad de las generaciones»,
con «el carisma de servir de puente».
Muchas veces son los abuelos quienes
aseguran la transmisión de los grandes valores a sus nietos,
y «muchas personas pueden reconocer que deben
precisamente a sus abuelos la iniciación a la vida cristiana».
Sus palabras, sus caricias o su sola presencia,
ayudan a los niños a reconocer que la historia no comienza con ellos,
que son herederos de un viejo camino
y que es necesario respetar el trasfondo que nos antecede.
Quienes rompen lazos con la historia tendrán dificultades
para tejer relaciones estables y para reconocer
que no son los dueños de la realidad.
Entonces, «la atención a los ancianos habla
de la calidad de una civilización.
¿Se presta atención al anciano en una civilización?
¿Hay sitio para el anciano?
Esta civilización seguirá adelante si sabe respetar
la sabiduría, la sabiduría de los ancianos». (AL n. 191-192)

¿Tenemos ancianos en casa? Vivamos la alegría de su presencia.
¿Tenemos ancianos en casa? Que sientan el calor de nuestra presencia.
¿Tenemos ancianos en casa? Que se sientan acompañados.
¿Tenemos ancianos en casa? Que no se sientan un estorbo.
¿Tenemos ancianos en casa? Sintamos la caricia de sus brazos.
¿Tenemos ancianos en casa? Escuchemos su sabiduría.
¿Tenemos ancianos en casa? Regalémosles nuestra sonrisa.
¿Tenemos ancianos en casa? Regalémosles nuestras caricias.
¿Tenemos ancianos en casa? Dejémonos acariciar por ellos.

A todos los ancianos hoy mi mejor bendición.
Bendecidlos haciendo una cruz en su frente y regalándoles un beso.

¡Feliz día del padre!

Papá
¡Felicidades en tu Día!
Aunque estemos en tiempos de “cuarentena”,
y no podamos salir,
quiero que, en Casa,
¡hoy, sea un Día distinto, diferente, bonito!
Te lo mereces,
y nosotros queremos ofrecértelo.
Queremos regalarte un Día Feliz.

Y quiero que sepas, que te necesito.
Sé que soy rebelde, que te fastidio mucho;
pero sé que tú me comprendes.
Eres mi “papá”.
“Soy tu hijo”.
Necesito de tu presencia
que me haga sentir que soy importante para ti.
Necesito tu cariño
que me haga descubrir el calor del amor humano.
Necesito de tu fuerza
que me dé confianza y seguridad en mí mismo.
Necesito tu palabra de aliento
cuando sienta miedo, me sienta indeciso.
Necesito de tu experiencia
cuando mis ilusiones de niño, de joven,
vayan más lejos que la realidad.
Necesito de tu debilidad,
para que yo mismo no me derrumbe mañana
en mis fracasos frente a la vida.
Necesito de tus correcciones
que me enderecen e impidan construya
mi vida, sobre mis caprichos de niño, de adolescente.
Papá, te necesito.
Y te necesito a mi lado,
aunque a veces me escape.

¿Y verdad que también tú me necesitas?
También tú necesitas mi sonrisa,
necesitas de mis cariños.
Mi presencia también siembra de ilusiones
tu corazón.
Hasta mis travesuras son vida para ti.
¡Felicidades, papi!