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Palabras para caminar: Sé coherente con lo que eres

1.- Si realmente eres cristiano, sé coherente con tu cristianismo. No sea que te declares cristiano y luego rechaces tu cristianismo a la hora de vivir. El cristianismo no es un sistema de pensamiento, sino un estilo de vivir. La coherencia es la verdad de ti mismo.

Flickr: tim Schmitt

2.- Si realmente crees en Dios, sé coherente con tu creencia. No sea que digas que crees en Él y luego lo niegas a la hora de vivir. A Dios se le confiesa más con la vida que rezando el Credo. Tu mejor Credo es que rezas con la verdad y coherencia de tu vivir diario. La coherencia es la verdad de ti mismo.

3.- Si realmente crees en tu Bautismo, sé coherente con tu condición de bautizado. No lo niegues en la vida. No prescindas de tu Bautismo cuando tienes que expresarte a ti mismo en la vida. El Bautismo no es una tarjeta de crédito sino una manera de vida. Un estilo de vivir. Tu mejor profesión bautismal es vivir como bautizado. La coherencia es la verdad de ti mismo.

4.- Si realmente crees en la Iglesia, sé coherente con tu condición eclesial. No digas que eres Iglesia y luego rechazas, criticas, murmuras de la Iglesia. Que tu vida no sea una especie de ateísmo eclesial, donde inviertes más energías criticando a la Iglesia que en hacer brillar el rostro de la Iglesia. La coherencia es la verdad de ti mismo.

5.- Si eres ciudadano, sé coherente con tu ciudadanía. Los demás creerán en tu patria no mirando el mapa de su geografía sino por los hombres que la habitan. Vive de tal modo que seas el mejor rostro de tu pueblo, de tu país, de tu nación. La coherencia es la verdad de ti mismo.

6.- Si eres padre de familia, sé coherente con tus hijos. Que te vean como padre no sólo en casa para exigirles, sino también cuando estés fuera de ella. También en la calle sigues siendo padre, con deberes de padre, con responsabilidades de padre. La coherencia es la verdad de ti mismo.

7.- Si eres esposo, sé coherente como esposo. Esposo dentro y esposo fuera. La fidelidad es la coherencia contigo mismo como marido y mujer. ¿Por qué negar en la calle lo que confesamos en el hogar? La coherencia es la verdad de ti mismo.

Clemente Sobrado C. P.

Bocadillos espirituales para vivir el Tiempo Ordinario: Miércoles de la 34 a. Semana – Ciclo A

“Dijo Jesús a sus discípulos: “Os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores por causa mía. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros y todos os odiarán por causa mía. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvará vuestras almas”. (Lc 21,12-19)

¿Qué tiene la fe en el Evangelio?
¿Qué peligros tiene el Evangelio?
Se puede ser ateo y nadie le molesta.
Se puede ser ateo y nadie la persigue por su incredulidad.
Se puede ser de otras religiones y nadie les inquieta.
Pero basta que uno se declare cristiano, para que todos enfilen las baterías.
Se puede ser budista, sintoísta, protestante y no pasa nada.
Pero si usted se declara cristiano, prepárese.
La guerra está declarada.

Y declarada por todos:
Por la sinagoga.
Por los reyes y gobernadores.
Por los mismos padres y hermanos.
Y hasta los amigos os traicionaran.
Y os matarán y os odiarán a muchos por mi causa.

Las raíces del cristianismo están regadas con sangre de mártires.
El árbol del cristianismo está fortalece con la persecución y el martirio.
Dios resulta peligroso.
Jesús resulta peligroso, por eso lo crucificaron.
Los cristianos de verdad terminan siendo peligrosos, por eso somos perseguidos.

Y tal vez aquí esté:
La verdadera verdad del cristianismo.
La verdadera verdad del cristiano.
La verdadera verdad del Reino.

Porque es desestabilizador de eso que eufemísticamente llamamos “orden social”.
Mejor dicho, es desestabilizador:
Del desorden personal.
Del desorden social.
Del desorden familiar.
De desorden económico y político.
Doce hombres, Doce Discípulos comenzaron siendo un riesgo nada menos que para todo un imperio.

Alguien me llamó masoquita, porque dije que:
Prefiero una Iglesia martirial a una Iglesia imperial.
Prefiero una Iglesia perseguida a una Iglesia aplaudida.
Prefiero una Iglesia perseguido y mártir a una Iglesia triunfal y aceptada.
Porque el martirio es señal de una Iglesia auténtica.
Porque el creyente es señal de un hombre auténtico.
Porque una fe vivida es señal de Jesús crucificado.
Porque una fe vivida a fondo es señal del anuncio del cambio.
Porque una fe vivida a fondo es señal de un mundo distinto y nuevo.

Un cristiano de verdad:
Es un peligro para los negocios sucios.
Es un peligro para una economía injusta.
Es un peligro para una política mentirosa.
Es un peligro para una moral utilitarista y exclusivista.

Temo a una Iglesia:
Del lujo mundano.
Del aplauso del mundo.
Del aplauso de los grandes.
Porque es una Iglesia que ha renunciado a ser “luz, sal y fermento”.
Por eso son tantos los que quieren encerrarnos en las sacristías.
Por eso prefiero la Iglesia del Papa Francisco, “no de los balcones” sino “de los caminos”, “oliendo a pobre, a desvalido, a enfermo, a marginado”.
Por eso prefiero una Iglesia oliendo a sangre de mártir, de testigo y testimonio.

Clemente Sobrado C. P.

Bocadillos espirituales para vivir el Tiempo Ordinario: Domingo 7 – Ciclo A

“Han oído que se dijo: “Ojo por ojo, diente por diente” Yo en cambio, les digo: No hagan frente al que los agravia. “Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo” Yo, en cambio, les digo: Amen sus enemigos y recen por los que los persiguen. Así serán hijos del Padre que está en el cielo, que hace salir el sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justo a injustos”. ( Mt 5, 38-48)

La Palabra de Dio sigue el Sermón del Monte.
Esta vez vuelve a insistir en algo esencial para la vida social y eclesial.
No a la violencia.
Si examinamos nuestro corazón nos daremos cuenta:
Que todos llevamos dentro demasiada violencia.
Que todos llevamos dentro demasiada enemistad.
Que todos llevamos dentro demasiada venganza.
¿Recuerdan cómo el “buenazo de Juan y su hermano, piden permiso para pedir fuego al cielo cuando no le recibieron en Samaria?

Jesús quiere una religión:
De la paz.
De la convivencia.
De la amistad.
De la bondad.
De la comprensión.
De la sencillez.

Quiere un nuevo orden donde podamos rezar esa oración atribuida a San Francisco:

“Oh, Señor, hazme un instrumento de Tu Paz .
Donde hay odio, que lleve yo el Amor.
Donde haya ofensa, que lleve yo el Perdón.
Donde haya discordia, que lleve yo la Unión.
Donde haya duda, que lleve yo la Fe.
Donde haya error, que lleve yo la Verdad.
Donde haya desesperación, que lleve yo la Alegría.
Donde haya tinieblas, que lleve yo la Luz.
Oh, Maestro, haced que yo no busque tanto ser consolado, sino consolar;
ser comprendido, sino comprender;
ser amado, como amar.
Porque es: Dando , que se recibe;
Perdonando, que se es perdonado;
Muriendo, que se resucita a la
Vida Eterna”.

En vez del odio, sembremos amor.
En vez de ofensa, sembremos perdón.
En vez de discordia, sembremos unión.
En vez de ser consolado, consolar a los demás.
En vez ser comprendido, comprender a los otros.
En vez de ser amado, amar a todos.
En vez de ser perdonados, perdonar a todos.

Esa es la Iglesia y ese es el Reino que vino a anunciar Jesús.
No nos medimos en nuestras fuerzas peleándonos.
Nos medimos perdonándonos.
No es luchando quien puede más.
Es luchar quien puede servir más.
No es luchando quien está más arriba.
Es luchar quién puede ser el menor de todos.

Un mundo al revés.
Pero un mundo nuevo, diferente, en el que bien vale la pena vivir.
“Es muriendo que se resucita a la vida eterna”.

Clemente Sobrado C. P.

Llamados a ser distintos

Domingo 7 Tiempo Ordinario – A

Es frecuente escuchar:
Todo el mundo habla así.
Todo el mundo hace así.
Todo el mundo es así.
El hecho de que todo el mundo haga así no es señal alguna de verdad ni bondad.
El hecho de que todo el mundo mienta, no hace que la mentira sea verdad.
El hecho de que todo el mundo robe, no hace bueno el robar.
El hecho de que todo el mundo pague coima, no hace buena la coima.

Aunque todos hagan así, siempre habrá otra manera de hacer.
Aunque todos devuelvan el mal por el mal, siempre habrá otra manera de comportarse.
El hecho de que todos diga “las haces, me las pagas”, no significa que no haya otra respuesta.
El hecho de que todos tengan por norma “odiar al enemigo” no es criterio alguno de buena convivencia entre personas.

Al menos Jesús habla de otra manera.
Para Jesús:
El mal no se soluciona con el mal.
Sino con el amor.
El odio no se soluciona con el odio.
Sino con el amor.
La ofensa no se soluciona ofendiendo.
Sino con el amor.
La infidelidad no se soluciona con la infidelidad.
Sino con el amor fiel.

Si miramos en torno nuestro no daremos cuenta de que:
Si has hablado mal de mí, yo también sé “despellejarte”, que dice el Papa Francisco.
Si me has ofendido, yo llevaré la herida toda la vida.
Si me has ofendido, ya no te miraré a la cara.

Es decir, de esa manera:
Nunca vamos a cambiar el mundo.
El cristiano está llamado a crear una sociedad distinta.
¿Recuerdan cuando Pedro sacó la espada en el Huerto y “cortó la primer oreja”, no precisamente taurina sino humana?
Inmediatamente Jesús le recrimina y le dice: “así no, Pedro, mete la espada en la vaina”. Este no es el mundo que yo he venido a implantar.
Y tú sigues metido aún en el sistema.
Y yo no voy a morir en la cruz para defender el sistema, sino para cambiarlo.
Devolver el bien por el mal.
Nosotros no podemos actuar como los paganos y publicanos.
“Si saludas solo a tus hermanos y amigos, ¿qué haces de particular?»
Nuestro modelo no pueden ser los paganos.
Nuestro modelo tiene que ser el Padre.
“Sed perfectos como vuestro padre es perfecto”.
Dios no castiga porque te has portado mal.
Dios siempre perdona.
Aunque le hayas ofendido, él seguirá amándote.

Si hablas mal de mí, yo hablaré bien de ti.
Si me dejas mal ante los demás, yo trataré de dejarte bien.
Si me niegas el saludo, yo seguiré saludándote.
Si me ofendes, yo trataré de hacerte el bien.

No se trata de meternos en el sistema.
Tenemos que salir del sistema.
No se trata de hacer lo que todos hacen.
Nosotros tenemos que ofrecer un modo de hacer distinto.

Clemente Sobrado C. P.

Bocadillos espirituales para vivir el Tiempo Ordinario: Domingo 5 – Ciclo A

“Dijo Jesús a sus discípulos: “Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve insípida ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Alumbre su luz delante de los hombres, para que vean sus buenas obras y den gloria a su Padre que está en el cielo”. (Mt 5,13-16)

Sal y luz.
Sal que nos habla de cocina y alimentos.
Luz que nos habla del ambiente y de los caminos.
Yo no sé si Jesús insistiría hoy en que somos sal.
Tengo un médico que cada vez que me llama o escribe algo siempre añade “sal nada”.
Sin embargo, debo confesar mi desobediencia.
Porque, no es que me guste la comida con mucha sal.
Pero tampoco me va la comida sin sal.
Una comida sin sal es sosa, insípida.

Pero Jesús no creo esté pensando en los pucheros.
Por más que cada día vería a “Mamá María” echarle su puñadito de sal al puchero.
Jesús no nos dice que comamos comida con sal.
Nos dice que “somos sal del mundo”.
Y no creo que los médicos prohíban echarle sal al mundo.
Nosotros somos la sal del Evangelio con la que estamos llamados a darle al mundo el saber del reino de Dios.
Un mundo sin la sal del Evangelio huele a hombre.
Un mundo sin la sal del Evangelio sabe a materialismo.
Un mundo sin la sal del Evangelios sabe a intereses personales.
En cambio un mundo con la sal del Evangelio sabe a Dios.
Un mundo con la sal del Evangelio sabe a amor.
Un mundo con la sal del Evangelio sabe a gratuidad, solidaridad, fraternidad.

Ser luz:
Un mundo sin luz, no existe.
Un jardín sin luz, no existe.
Una casa sin luz, es triste.
Tu rostro, por bello que sea, sin luz no se ve.
La luz da vida porque además da calor.
Y Jesús nos dice que somos luz del mundo.
No dice que tenemos sino que “somos”.

¿Recuerdan a aquel ciego que iba de noche por el camino y levaba una linterna encendida?
Se encuentra con un amigo que le dice: ¿Para que llevas la linterna encendida si tú eres ciego?
No la lleva para mí sino para ti, para que tú no tropieces.
Estamos llamados a ser luz:
Que alumbra a los demás.
Que alumbra para que puedan ver los demás.
Que alumbra para que los demás vean el camino incluso de noche.

Pero además somos una luz:
Que no solo alumbra a los hombres para que no tropiecen.
Sino que alumbramos al mismo Dios.
Sino que alumbramos para que los demás puedan ver a Dios.
Sino que alumbramos para que los demás puedan alabar y glorificar a Dios.
Y esa luz se llama “nuestra vida y todo lo bueno que revela el Evangelio”.
¡Y cuidado, que nadie os venga con el cuento de que humildad es esconder lo bueno que hacéis!
Jesús nunca escondió lo bueno que hizo.
Al contrario, si queremos ser luz tenemos que hacer lo bueno que hay en nuestras vidas.

Clemente Sobrado C. P.