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Palabras para caminar: A pesar de todo…

1. – Siento que soy débil. Quiero y tantas veces no puedo. Pero, a pesar de todo, sé que podré seguir adelante y triunfar. ¿Razón? El poder de la gracia salvífica de la Muerte y Resurrección de Jesús es más que mi debilidad.

2.- Cada día siento más mi impotencia para cambiar las cosas. Quisiera cambiar el mundo y tropiezo contra un imposible. Pero, a pesar de todo, sé que el mundo cambiará. ¿Razón? El poder de la gracia salvífica de la Muerte y Resurrección de Jesús es más que las resistencias del corazón del mundo.

3.- Cada día me entristece ver cómo la juventud se desmorona por el camino de lo fácil. Yo quisiera despertarla y hacerla reaccionar. Pero, a pesar de todo, sé que los jóvenes pueden cambiar. ¿Razón? El poder de la gracia salvífica de la Muerte y Resurrección de Jesús es capaz de cambiar el corazón de los jóvenes y entusiasmarlos con nuevos ideales.

4.- Cada día siento que las esperanzas de salvar mi matrimonio se desvanecen. Su corazón está cada día más duro. No atiende razones. Pero. a pesar de todo, estoy convencido de que no todo está perdido. ¿Razón? El poder de la gracia salvífica de la Muerte y Resurrección de Jesús, es capaz de salvar y reconstruir lo que nuestro egoísmo ha quebrado.

5.- Cada día siento más desilusión conmigo mismo. No logro arrancar de mi corazón ese vicio, ese genio, ese orgullo que me impide ser feliz por dentro. Pero, a pesar de todo, no pierdo la esperanza. Sé que también yo puedo cambiar. ¿Razón? El poder de la gracia salvífica de la Muerte y Resurrección de Jesús puede convertir en cualquier momento mi vida.

6.- Me voy haciendo viejo. Y siento un vacío, como si mi vida careciera de sentido. Como si nada de lo que hago tuviese importancia. Pero, a pesar de todo, no pierdo la esperanza. ¿Razón? El poder de la gracia salvífica de la Muerte y Resurrección de Jesús aún puede llenar interiormente mis vacíos.

7.- Me siento impotente ante la situación que se me ha creado. La enfermedad avanza. La ciencia confiesa también su impotencia. Pero, a pesar de todo, no quiero perder la esperanza. ¿Razón? También el poder de la gracia salvífica de la Muerte y Resurrección de Jesús han pasado por la experiencia del fracaso humano de la muerte y se han hecho anuncio de vida.

Clemente Sobrado C. P.

Me encantan los 0000. Sí, los ceros

Domingo 30 A del Ordinario

“Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.
Dad a cada uno según la imagen que lleva inscrita.
El denario es del César, porque lleva su imagen. El hombre es de Dios porque también lleva impresa su imagen: “Hagamos al hombre a imagen y semejanza nuestra. A imagen suya los creó, hombre y mujer”.

Las monedas valen según la imagen que llevan y el valor que les da el Banco Central.
Los hombres valen según la imagen que llevan y el valor que Dios les da.
El valor de las monedas depende del Banco Central de Reserva.
Por eso puede devaluarse o revaluarse.
El valor de los hombres y mujeres depende únicamente de Dios.
Por eso nadie puede devaluarlo.
Sólo nos queda reconocer su verdadero valor.

– Cuando era estudiante me encantaban los ceros. Siempre anduve mal en matemáticas. Y los ceros me gustaban tanto para multiplicar como para sumar. Eran maravillosos, ni necesitaba de los dedos para contar.
– y ahora me siguen gustando los ceros. Pero por otros motivos distintos.
– los ceros no tienen valor de por sí, como tampoco el papel moneda.
– necesitan siempre de alguien para tener valor, en el caso del hombre Dios.
– además son los números del pobre que no tiene nada.
– y son los números que ansían los ricos porque hacen millonaria a la gente.
– el cero es poco, casi nada, y es mucho.

Me encantan los ceros porque en su pobreza son toda una posibilidad. Es el número que aumenta de valor cuando se sabe arrimar a otro número. Me encantan los ceros cuando son humildes y se aceptan a sí mismos como son, ceros. Y dan preferencia a otro número delante de ellos.
En cambio, me dan pena cuando llevados de su orgullo ocupan el primer lugar. ¿Ponemos unos ejemplos?

El 0 del orgullo       El 0 que se acepta en su pobreza
01                                 10
001                              100
0001                           1000
00000001               1000000

Fíjate, cómo cuando el cero se pone en primer lugar empobrece a los demás. Pero cuando sabe aceptar su propio lugar enriquece. Lo que es 01 lo hace 10 y lo que es 0 de millón, lo convierte en un millonario.

– Me encantan los ceros porque son una imagen viva y real de cada hombre, tuya y mía.
El vaso de barro que somos tú y yo, puesto en manos de otro es obra de arte.
Cuando a ese 0 personal que te crees le pones por delante el UNO de Cristo, lo eres todo.
Aceptarse en las propias limitaciones, pero a la vez descubriendo las propias ilimitaciones. Aceptándose en su pobreza, pero dejándose enriquecer por quien todo lo puede en ti.
San Pablo lo entendió muy bien: «ya no soy yo sino que es Cristo quien vive en mí».
Si renuncias a ser hombre para sentirte Dios, como Adán, terminas no siendo ni hombre ni Dios.
Terminas siendo “denario del César”.
Pero si te aceptas como hombre y, en tus limitaciones, aceptas a Dios en ti, entonces Dios te realiza en tu plenitud de hombre.

– Y ese es el misterio de la gracia. Y el misterio de la salvación.
El dejarse «renacer» de nuevo.
El dejarse hacer como el mármol o la piedra en manos del artista.
Dios no destruye el hombre que hay en ti.
Dios construye tu ser de hombre.
El mármol de la estatua sigue siendo el mismo mármol de la cantera.
Sólo que ahora ese mármol adquiere nueva riqueza, nueva forma de ser.
El hombre que hay en ti no se destruye ni por el Bautismo, ni por la Eucaristía, ni por la Penitencia, ni por el Matrimonio, ni por el Sacerdocio.
Sigue siendo el mismo hombre. Pero esta vez, un mejor hombre, más hombre, perfecto hombre, inacabado hasta entonces.

Aceptarte y amarte a ti mismo es aceptarte como eres y con las posibilidades de gracia que hay en ti.
Es aceptarte en tu humanidad.
Pero es aceptarte también en tus dimensiones espirituales, sobrenaturales, divinas.
Cuando tu orgullo te hace ser el cero que ocupa el primer lugar te devalúas.
Cuando aceptando tu debilidad, tu fragilidad, tu pobreza, permites la acción de la gracia en tu corazón, eres el hombre millonario de Dios.

Por eso me encantan los ceros…
Los ceros capaces de dejarse enriquecer por el uno de Dios.
Deja que al César le den su denario.
Pero tú seguirás siendo portador de la imagen de Dios que nadie debiera atreverse a devaluar.
No tengas complejo del 0 de tu barro.
Siente el orgullo de la imagen que llevas en ti mismo.

Clemente Sobrado C. P.
www.iglesiaquecamina.com

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