“Dijo Jesús a los judíos: “Les aseguro: quien guarda mi palabra no sabrá lo que es morir para siempre”. “Entonces cogieron piedras para tirárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo”. (Jn 8,51-59)
Jesús vivió en constante tensión.
Cuando tu vida es un peligro para los demás, sabes que, digas lo que digas, siempre cae mal.
Jesús hace un anuncio consolador y esperanzador:
“quien guarda mi palabra no sabrá lo que es morir para siempre”.
¡Con las ganas que todos tenemos de vivir, y sin embargo, cuando nos prometen la vida para siempre, nos escandalizamos y arremetemos contra el que nos la ofrece!
No dice Jesús que el que “lee mi palabra”, porque eso lo hacemos muchos.
Dice el que “guarda mi palabra”.
El que “cumple mi palabra”.
El que “vive mi palabra” ya está asegurando que no morirá para siempre.
Tampoco dice que “no moriremos”, sino que “no moriremos para siempre”.
Es decir: la fe en la palabra de Jesús no nos evita la muerte temporal.
Pero sí nos dice que solo será eso “temporal” porque la palabra la hace ya eterna.
Dicho de otra manera:
El Dios de la vida nos hace participar de la plenitud de su vida si creemos a la palabra de Jesús.
El Dios de la vida comparte con su vida con todos los que creen a la palabra.
El Dios de la vida se hace vida en cada uno de nosotros por la fe.
El Dios de la vida se hace vida para siempre a través de la fe en la palabra de Jesús.
Y aquí se da la tremenda contradicción:
Queremos vivir.
Y rechazamos a quien nos ofrece la vida.
No queremos morir.
Pero rechazamos a quien se atreve a ofrecer ese “no morir para siempre”.
“Será vida sin término paras todo el que guarda la palabra de Jesús, es decir, el que ama lo que dijo Jesús de forma que eso sea la norma de su conducta. La plenitud de vida, vida sin limitación alguna, es lo que Dios transmite y comunica al que se adhiere a él por medio de Jesús”. (J.M. Castillo)
Y resulta curioso:
Queremos ser más que la muerte y quien nos lo garantiza, tienen que esconderse, porque todos están armados de piedras para matarle. Por eso, querer vivir es maravilloso. Y prometer la vida a los demás es un riesgo.
Permíteme sugerirte toda una serie de ideas que hablan de muerte y que son vida.
Flickr: Juan Blanco
1.- Sí, atrévete a morir hoy. Atrévete a renunciar a ti mismo para preocuparte de los demás. Nadie celebrará ni llorará esa tu muerte. Pero no deja de ser muerte. Bueno, es una muerte que en realidad te da más vida. Para seguir a Jesús, los mejores son aquellos que “se negaron a sí mismos”.
2.- Sí, atrévete a morir. Muy fácil. Cuando en casa te acusen de todo, te hagan responsable de todo, porque tú fuiste el causante de esto y lo otro, tú calla. No respondas. Sí, ya sé que tus hígados te arderán dentro. Es que la muerte siempre quema por dentro. Cuando a Jesús le acusaron, el Evangelio dice que “El callaba”. El silencio también es una manera de morir.
3.- Sí, atrévete a morir hoy. Si te acusan, si sientes que hablan mal de ti, que murmuran de ti, no hagas caso. No te defiendas. ¿Qué tú tienes la razón ¿Y crees que Jesús no tenía razón cuando le acusaban? Pero no se defendió. Prefirió callarse. Deja que sea tu vida tu mejor defensa.
4.- Sí, atrévete a morir. Olvidarte de tus intereses y dedícate a satisfacer las preocupaciones de los demás. El tiempo que inviertes dedicándoselo a los demás, es tu mejor inversión. Duele dejar lo tuyo por los demás. Pero eso te hace revivir por dentro.
5.-Sí, atrévete hoy a morir. Hoy decídete a ser tú mismo, aunque te traiga consecuencias con los amigos. Decídete a ser coherente contigo mismo, aunque todos te digan que no sabes vivir la vida. Decídete a ser fiel, por más que te digan que “no sabes lo que te pierdes”. También los amigos te van ayudando a morir de a poquitos esa muerte lenta y dolorosa.
6.- Sí, atrévete hoy a morir. Es muy simple. Di la verdad, por más que te traiga complicaciones. Di la verdad, aunque te descubran culpable. Di la verdad, aunque con ello dejes de ganar más dinero. Habrás muerto por la verdad en vez de vivir con y de la mentira dentro de ti y tu vida ya perdería mucho de vida.
7.- Sí, atrévete hoy a morir. No elijas ni escojas tu muerte. Acepta la que te toca. Acepta el sufrimiento tal y como te viene. Acepta la enfermedad tal y como viene. Si te duele el pie, no prefieras que sea la mano. Te son suficientes los sufrimientos de turno. Quien hace selección en los sufrimientos terminan eligiendo los peores.
Esa es la mejor manera de morir para no morir. La mejor manera de morir para vivir.
Clemente Sobrado C. P.