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Bocadillos espirituales para la Pascua: La Resurrección del Señor

“El primer día de la semana va María Magdalena fue al sepulcro de madrugada». (Jn 20, 1-9)

Flickr: John Taylor 

María madruga para encontrarse con la muerte en el sepulcro.
Y Dios madruga más para recuperar la vida.
Los hombres madrugamos para la muerte.
Dios madruga para la vida. Cuando los hombres estamos camino de la muerte.
Dios está camino de la vida. .

A la mesa de la vida nosotros llegamos siempre después de Dios.
Dios nos coge la delantera.
Es el primer día de la semana.
Primer día de la nueva creación.
Del tiempo nuevo.
De la vida nueva.
Del hombre nuevo.
Mientras nosotros seguimos pensando en la muerte, Dios ya está gozando de la vida. Mientras nosotros seguimos en el pasado, Dios ya está en el presente nuevo.
Mientras nosotros seguimos mirando al ayer, Dios ya está viviendo en el presente.

Pareciera que nosotros preferimos siempre el pasado.
Mientras Dios prefiere el hoy, el presente, el mañana, nosotros seguimos viviendo a un Dios muerto.
Y Dios está vivo.
Nosotros visitamos sepulcros.
Dios visita los corazones que viven y tienen ganas de vivir.
Nosotros nos empeñamos en llenar los sepulcros.
Y Dios se encarga de vaciarlos.
No nos damos cuenta de que es el primer día de la semana, y que todo ha cambiado. Que todo es nuevo.

La Pascua todo lo deja igual mientras el corazón humano no hace la experiencia de que Dios está vivo.
La verdadera Pascua no se da al lado del sepulcro.
La verdadera Pascua acontece cuando los corazones comienzan a latir de nuevo con un nuevo ritmo de vida y de esperanza.
Es Pascua no cuando Dios resucita de entre los muertos sino cuando Dios se hace acontecimiento de vida en nosotros.
Dios celebra la Pascua no junto a la losa del sepulcro sino en la vida de los hombres.

Es de madrugada, y nosotros aún seguimos con los ojos vendados por el pasado.
Y Dios ya es luz de madrugada esperando iluminar las mentes y despertar los corazones, animando las vidas.
Dios es pasado. Pero sobre todo. Dios es presente cada día en nuestras vidas.
Es madrugada en nuestras vidas:
no cuando amanece el sol,
sino cuando Dios se hace sol en la vida.
Los sepulcros no son lugares de encuentro con Él.
A Dios lo encontramos en la comunidad reunida en el amor.

“¿Qué has visto,
María, en la mañana?
“A mi Señor glorioso,
La tumba abandonada.
Los ángeles testigos,
Sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
Mi amor y mi esperanza!”

¡Felices Pascuas de Resurrección!

Clemente Sobrado C. P.

Palabras para caminar: A pesar de todo…

1.- Las flores comienzan siendo un capullo cerrado. Parecieran egoístas que sólo se miran a sí mismas. Pero sólo son flores de verdad cuando se abren. Mi egoísmo me convierte en capullo cerrado. Y sólo logro ser yo mismo cuando me abro a los demás.

Flickr: Ana Rey

2.- Las flores se abren generosamente y nos regalan con sus colores y perfumes. Recién entonces las sentimos cerca de nosotros. Es la generosidad de regalar la bondad que llevo dentro de mí la que me hará cercano a los demás hombres.

3.- Las flores se dejan robar el polen viajero en las alas y en las patas de los insectos. Pero es ahí donde ellas se hacen fecundas en otras flores. Quisiera que los demás pudieran llevar en las alas de sus vidas un poco del polen de mi bondad, y así fecundar al mundo con un poco más de bondad y belleza.

4.- Las flores se dejan cortar. No se quejan. No se lamentan. Cuando yo sea capaz de dejar que los demás se lleven pedazos de mi vida, aunque no sepa a dónde se van con ellos, sentiré que puedo servir y ser útil para los demás.

5.- Las flores todo lo dan gratis: su color, su perfume, su belleza. No cobran por el espectáculo. Mi vida florecerá de verdad cuando aprenda a darla totalmente gratis, sin cobrar intereses a nadie. Al fin y al cabo, dándome gratis a los demás, comienzo yo mismo a ser más.

6.- Las flores embellecen los jardines, las habitaciones de las casas, incluso hasta las Iglesias. Esto me hace pensar en la belleza que yo soy capaz de aportar a mi familia, a mi hogar, a mis hijos, al mundo y a la Iglesia. Ellos serán más bellos si mi corazón es más bello.

7.- Me dan pena las flores cuando las venden. Ellas lo dan todo gratis y otros hacen negocio con su belleza. Siento pena por aquellas personas a quienes se compra y vende por unos dineros. Se vende y se compra el cuerpo. Se vende y se compra la belleza de la gracia. La belleza del cuerpo que es regalo de Dios convertida ahora en mercancía de pecado… me da pena.

Clemente Sobrado C. P.

Bocadillos espirituales para vivir la Cuaresma: Viernes de la 1 a. Semana – Ciclo B

“Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No matarás” y el que mate será procesado. Pero yo os digo…” (Mt 7,7-12)

Jesús no juega al mínimo esfuerzo.
Jesús no es de los que se contenta con lo justito, con ser “bueno de calderilla”.
Por el contrario nos propone unas metas más altas.
No se contenta con esos cristianos de los dos mandamientos “yo no mato y yo no robo”.
Bueno, sí aspira a cristianos de dos mandamientos pero distintos: “Amar a Dios y amar al prójimo:
Jesús no quiere cristianos del “no”.
Jesús quiere cristianos del “sí”.
Jesús no quiere cristianos “buenos”, sencillamente porque no son malos.
Jesús no quiere cristianos “buenos” porque no hacen nada malo.
Jesús quiere cristianos “buenos” porque hacen, se complican y se comprometen.

Para Jesús no es suficiente “no matar”.
Jesús quiere cristianos que “den vida”.
No quiere cristianos que “no hacen mal a nadie”.
Jesús quiere cristianos que “hagan el bien a los demás”.
Jesús no quiere cristianos que, sencillamente “no hablan mal de los demás”.
Jesús quiere cristianos que “hablen bien de todos”.
Jesús no quiere cristianos que son buenos porque “no se meten con nadie, ni siquiera saben quién vive en el piso de arriba, ni en el de abajo”.
Jesús quiere cristianos que nos conocemos todos a todos, nos relacionamos con todos, conocemos a todos y los sentimos a todos como prójimos y vecinos.
Jesús no quiere cristianos buenos porque son indiferentes con todo el mundo.
Jesús quiere cristianos que se sienten solidarios y se interesan por todos.

Jesús modifica las relaciones entre las personas.
Incluso llega hasta el extremo de que prefiere tu reconciliación con el hermano aunque llegues tarde a Misa o simplemente la dejes ese domingo porque has ido a almorzar con el hermano con el que no te hablabas.
“Por tanto, si cuando vas aponer tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano y entonces vuelve a presentar tu ofrenda”.
No dice Jesús si “tú tienes quejas contra tu hermano, sino si él las tiene contra ti”.
Para Jesús es más importante la reconciliación que la ofrenda.
Para Jesús es más importante la caridad que el culto.
Para Jesús es más importante el perdón que tu ofrenda y tu culto.

No es que niegue el culto.
Pide que dejes allí tu ofrenda.
Que, ya reconciliado, regreses a ofrecerla.
Pero, ¿y si llegas tarde y la Iglesia está cerrada?
No te preocupes.
El mejor culto será siempre la reconciliación.
El mejor culto a Dios será siempre el amor a tu hermano.
¿De qué te sirve el culto si tu corazón está enemistado?
¿De qué te sirve la Misa si sales de ella, muy fervoroso, pero sin amor a tu hermano?
¿Cuándo será que sales de la Misa, a vas a reconciliarte con tu hermano, y regresáis los dos cogidos de la mano?

Lo que realmente tiene valor no es el gesto externo, sino la actitud interna del corazón.
Lo que realmente tiene valor no es hacer las cosas por cumplir, sino en la medida en que interiormente transformen nuestros espíritu.

Además, el verdadero amor no es solo perdonar el mal que me han hecho.
El verdadero amor es facilitar, hacer más fácil el amor en el corazón de mi hermano.
Es ayudar a mi hermano a limpiar su corazón de los resentimientos que tenga contra mí, porque yo he sido el culpable.
Dios nos amó hasta el extremo y no quiere que nosotros amemos hasta lo mínimo. Amar no es “no hacer daño”.
Amar es “hacer el bien”.

Clemente Sobrado C. P.

Palabras para caminar: Dar cosas vivas

1.- Cuando des algo, dalo vivo. Las cosas no tienen vida.
Pero tú les puedes poner vida.
Por ejemplo, tus palabras necesitan que les pongas vida.
Que sean palabras que lleven vida a quien las escucha.
Porque hay palabras que llevan demasiada muerte.
Por ejemplo, la murmuración.

Flickr: 76803050@N03

 

2.- Que tu apretón de manos, cuando saludes a alguien, tenga vida.
Se puede dar la mano como quien cumple un requisito, para salir del paso, para quedar bien.
Cuando des tu mano, deja en la mano que recibe la tuya, el calor de tu amistad y de tu aprecio.

3.- Que tu abrazo tenga vida.
Que quien se sienta entre tus brazos, se sienta acogido por tu corazón y que en tu abrazo le regalas el perdón y le aceptas como es, incluso con sus defectos.

4.- Que cuando regales un pedazo de pan, le pongas vida.
El pan regalado, pero sin vida, es un mendrugo que se tira a alguien para quitarlo de encima.
Que tu pedazo de pan no sólo llene el estómago del otro sino que le haga sentirse bien contigo.

5.- Que tu trabajo tenga vida. No trabajes sólo por ganar más.
Trabaja también para expresarte a ti mismo y dar algo de ti a los demás.
Porque otros se sentirán servidos con lo que tú haces por ellos.
Pon vida en tu oficina y en la ventanilla en la que trabajas.

6.- Que tu limosna tenga vida. Que no sientas pena de lo que das, ni rabia con quien te está pidiendo.
Sonríele y demuéstrale que es él quien te está haciendo un favor porque te permite expresar el amor de tu corazón.

7.- Que tu servicio a los demás tenga vida.
No hagas las cosas por obligación ni por cumplir.
Lo que haces tendría demasiado frío. Ponle calor.
Que tu servicio no aparezca como servicio que te deban agradecer sino que eres tú el agradecido.

Clemente Sobrado C. P.

Palabras para caminar: En un día como hoy…

1.- En un día como hoy, Dios me regaló el don de la vida.
No sé exactamente qué día fue, pero fue un día como hoy.
Dios no nos hace conocer cuándo fuimos concebidos. ¿Por picardía?
Sí, para que todos los días sean una alabanza agradecida a la vida.

Flickr: Tomas Belardi

2.- En un día como hoy, renací a la Iglesia por el Bautismo.
Era un día como hoy.
Porque todos los días renazco en el seno de la Iglesia donde Dios me sigue salvando con la gracia de su amor.

3.- En un día como hoy, recibí la Primera Comunión.
Era un día como hoy. Porque cada día Dios se quiere hospedar en mi casa.
Por ejemplo hoy.
¿Lo recibiré en mi hogar como aquella primera vez?

4.- En un día como hoy, Dios se acercó a mi vida y me regaló su perdón.
Quedé como nuevecito. Era un día como hoy.
No recuerdo la fecha. Pero era un día en el que me sentí diferente.
Es que cada vez que me dejo perdonar por Dios, realmente vuelvo a sentirme nuevecito. Por ejemplo, eso podía ser también hoy.

5.- En un día como hoy, recibí la Confirmación. Era un día como hoy.
No recuerdo bien la fecha.
Pero ese día Dios me declaró testigo de su Reino de amor ante los hombres.
Desde entonces llevo conmigo un tremendo compromiso.
Soy responsable de que Dios tenga un rostro diferente en el mundo.

6.- En un día como hoy, hice yo mi primer acto de solidaridad con los demás.
Se sintieron más felices.
No sé qué fecha fue.
Una cualquiera, porque cada día es bueno para que los demás se sientan mejor por mi causa.

7.- En un día como hoy decidí seguir a Dios por el camino del Evangelio.
¿Fecha? Para qué saberla.
Todos los días son buenos para renovar esta primera decisión.
Porque todos los días Dios sigue invitándome.

Clemente Sobrado C.P.