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Bocadillos espirituales para vivir la Pascua: Viernes de la 7 a. Semana – Ciclo B

“Después de comer con ellos, dice a Simón, hijo de Juan, “¿me amas más que estos?” El le contestó: “Sí, Señor, tú sabes que re quiero”. Jesús le dice: “Apacienta mis corderos”. Por segunda vez le pregunta: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?” El le contesta: “Sí, Señor, tú sabes que te quiero”. El le dice: “Pastorea mis ovejas”. Por tercera vez le pregunta: “Simón, hijo de Juan ¿me quieres?” Se entristeció Pedro de que e preguntara por tercera vez si lo quería… (Jn 21,15-19)

Recuerdo cuando el filósofo Jean Guitton soltó aquella frase tan gráfica: “Si quieres conocer las crisis de cada época, fíjate en las palabras que más se repiten. Si se habla mucho de libertad, es señal de que la libertad está en crisis. Si hablas mucho de amor es que el amor está en crisis”.
¿No estaremos en crisis de amor?
Todas las canciones son sobre el amor.
Las películas están cargadas de amor.
Los enamorados no se cansan de confesar su amor.
Diera la impresión de que todo nos amamos.
Y mientras tanto, el poder y el egoísmo sacrifican el amor por todas partes.
Muchas frases de amor no son sino expresiones de nuestros deseos y egoísmo.
Bastaría preguntar a los casados ¿qué pasó con aquel amor de adoración de cuando estaban solteros?
Como decía aquel mi amigo de Marsella: “María, María, el amor que te tenía era poco y se acabó”. Y los dos viejos se querían a rabiar.

Un mundo sin amor es un mundo sin amor es un mundo muerto.
Una Iglesia sin amor es una Iglesia sin vida.
Una Iglesia sin amor es una Iglesia en estación invernal.
Una familia sin amor es una familia en invierno.
Una Diócesis sin amor es una diócesis invernal.
Una Parroquia sin amor es una parroquia con frío invernal.
Un corazón sin amor es un corazón con fío invernal.

La Iglesia que pensó Jesús es una Iglesia rebaño y pastor.
Es una Iglesia en la que pastor y ovejas se conocen.
Es una Iglesia en la que pastor y vejas se conocen por su nombre.
Es una Iglesia en la que el pastor de su vida por las ovejas.
Es una Iglesia en la que las ovejas siguen a su pastor.

Por eso Jesús no examina a Pedro, el Pastor de las Iglesias de teología ni de derecho canónico. Le examina del amor.
Y como pastor, no de un amor cualquiera.
“Simón ¿me amas más que éstos?”
Y se lo pregunta por tres veces.
Su misión será de magisterio.
Pero fundamentalmente será una misión de amor y de servicio.
Será necesario el magisterio.
Pero es fundamental el amor y el servicio.

El Papa Francisco hizo esta confesión al comienzo de su pontificado:
“también el Papa, para ejercer su poder, debe entrar cada vez más en ese servicio que tiene su culmen luminoso en la cruz; debe poner sus ojos en el servicio humilde, concreto, rico de fe, de San José, como él, abrir los brazos para custodiar a todo el pueblo de Dios y acoger con afecto y ternura a toda la humanidad especialmente a los pobres, a los más débiles”.

La Iglesia no puede ser testigo del poder.
Sino testigo del amor.
No testigo del ser más.
Sino de ser la servidora de todos.
Pero no ese “servicio” que se hace poder.
Sino el servicio que se convierte en ternura, amabilidad, comprensión.
No en ese “seudo servicio” que crea prestigio.
Sino en el servicio que se traduce en “dar la vida por las ovejas”.
Ese fue el testamento de Jesús a Pedro.
No de ser “maestro” sino “Pastor”.

Clemente Sobrado C. P.

Bocadillos espirituales para vivir la Pascua: Viernes de la 7 a. Semana – Ciclo A

“Dice a Simón Pedro: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?” El le contestó: “Sí, Señor, tú sabes que te quiero”. Jesús le dice: “Apacienta mis corderos”. Por segunda vez le pregunta: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas? El le contesta: “Sí, Señor, tú sabes que te quiero”. El le dice: “Pastorea mis ovejas”. Por tercera vez le pregunta: “Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?” Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó: “Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero”. Jesús le dice: “apacienta mis ovejas”. (Jn 21, 15-19)

Examen de fin de curso:
Tres veces: “Simón me amas”.
Tres respuestas: “Tú sabes que te quiero”.
Tres misiones:
“Apacienta mis corderos”.
“Pastorea mis ovejas”.
“Apacienta mis ovejas”.

Simón Pedro está destinado a ser el jefe de todos.
Está llamado a ser el primer pastor de la Iglesia.
Está llamado a ser el primer Papa de la Iglesia.
Pero tiene que pasar el examen de fin de curso.
Jesús no le examina de Teología, Derecho Canónico, Administrador de empresas.
Jesús le examina de lo que:
Es esencial en la Iglesia.
Es esencial en la comunidad cristiana.
Es esencial en el seguidor de Jesús.
Pedro tendrá que aprobar en el amor.
Padre, como cabeza tendrá que amar “más que el resto”.
No se apaciente con ideas.
No se apacienta con leyes.
No se apacienta con estructuras.
Se apacienta con amor.

Este es el examen:
De los Obispos pastores.
De los Sacerdotes pastores.
Quien no aprueba en el amor, mejor se retira.
Quien no aprueba en el amor, mejor se queda donde está.
No necesitamos intelectuales sino corazones.
Necesitamos ideas, pero sobre todo necesitamos amor.
En la Iglesia hay demasiadas leyes, pero amamos poco.
Hay disciplina, pero nos amamos menos.

Por eso la pregunta esencial de todo cristiano, testigo del Evangelio:

– ¿Te atreverías a amar? Piénsalo bien. El amor es paciente y lo excusa todo. ¿Cuánta capacidad tienes tú hoy de aguantar a los demás y disculparlos de sus debilidades y flaquezas? Porque amar a los demás, es excusarlos y comprenderlos en sus equivocaciones. ¿Te atreves a amar así hoy?

– ¿Te atreverías a amar? Piénsalo bien. El amor no es envidioso. Al contrario, goza y celebra todo lo bueno que descubre en los demás. ¿Estarías tú dispuesto hoy a hacer fiesta en tu corazón por las cosas buenas que descubres en los demás, por lo que tú no tienes y tienen los demás? ¿Te atreves a amar así hoy?

– ¿Te atreves a amar? Piénsalo bien. El amor no se engríe. El que ama no es un creído, un autosuficiente. Al contrario, el que ama es humilde, sencillo y noble. Es vidrio transparente. ¿Te animas a ser transparente hoy con todos, comenzando por ser transparente contigo mismo? ¿Te atreves a amar así hoy?

– ¿Te atreves a amar? Piénsalo bien. El amor es servicial. El que ama tiene que estar siempre al servicio de los demás. Quien no sabe servir no ha aprendido a amar. Quien no es capaz de servir, no es capaz de amar. ¿Cuál es tu espíritu de servicio hasta hoy?

– ¿Y qué reservas de servicialidad hay en ti aún? ¿Te atreves a amar así hoy?
¿Te atreves a amar? Piénsalo bien. El amor no busca su propio interés. Quien ama por intereses personales ya no ama. Busca hacer inversiones en el corazón de los demás. Y eso más que amor se llama negocio. Amar no puede ser un negocio sino una gratuidad. ¿Te atreves a amar así hoy?

– ¿Te atreves a amar? Piénsalo bien. El amor no se irrita. No se encoleriza. No se le calienta la cabeza. Al contrario, el amor es paciente, sereno y tranquilo. El corazón que ama tiene más la serenidad del lago que la violencia de las aguas torrenciales del río.

– ¿Te atreves a amar? Piénsalo bien. El amor todo lo cree y todo lo espera. Amar es creer a los demás. Es fiarse de ellos. Es tener fe en ellos. Y además es tener esperanza en ellos. Amar es tener la capacidad de creer que el otro puede cambiar. Amar es tener la capacidad de creer que el otro es bueno, pero aún puede ser mejor. Amar es sentir que los demás significan mucho para nosotros. ¿Te atreves a amar así hoy?

Orden sí. Leyes también.
Pero, sin amor ¿para qué queremos orden y leyes?
La Iglesia es vida. Y la vida es amor.
Sin amor no hay ni vida ni Iglesia, ni familia, ni sociedad.
Sin amor no hay pastores sino dueños de ovejas.

Clemente Sobrado C. P.

Bocadillos espirituales para vivir el Tiempo Ordinario: Sábado de la 6 a. Semana – Ciclo A

Cátedra de San Pedro

“¿Y ustedes quien dicen que soy yo?” Simón Pedro tomó la Palabra y dijo: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Jesús le respondió: “Dichoso tú, Simón, hijo e Jonás! Porque eso no re lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré yo mi Iglesia. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo ates en la tierra quedará atado en el cielo y lo que desates en la tierra quedara desatado en el cielo”. (Mt 16,13-19)

Celebramos hoy la Cátedra de San Pedro, la Cátedra del Papa.
Por eso el texto bíblico es el mismo de hace dos días, solo que hoy leemos la versión de San Mateo, mucho más solemne y detallada que la de Marcos.

Pedro confiesa la identidad de Jesús como el Mesías, Hijo de Dios vivo.
Jesús confiesa que Pedro no ha llegado a esta conocimiento por caminos humanos sino por revelación del Padre.
Jesús hace un elogio de Pedro.
Jesús declara la gran misión de Pero: ser la piedra en la que se edifique la Iglesia.

Jesús es el autor de la Iglesia.
Jesús es el cimiento de la Iglesia.
Pero la Iglesia no es solo divina.
La Iglesia es también humana.
Tiene como fundamento lo divino.
Pero también tiene un fundamento que es humano.

La Iglesia es obra de Jesús.
Pero Jesús construye siempre con lo humano.
La Iglesia tiene rostro divino.
Pero también rostro humano.
Santidad divina.
Debilidad humana.
La Iglesia tiene poderes divinos.
Pero ejercidos a través de los humanos.

Por a la Iglesia tenemos que verla con los ojos de Jesús.
Pero también con es preciso verla con los ojos de Pedro.
Es decir con los ojos humanos.
Es divina.
Y es humana.
Es lo divino a través de lo humano.
Son los poderes divinos.
Pero ejercidos por los humanos.

La Iglesia es de Jesús.
Pero constituida con piedras humanas.
Y nosotros tendremos que verla como divina.
Pero contemplando lo humano.
Las piedras humanas siempre serán débiles.

Por eso el Papa Francisco en su visita a Asís nos habla hace una exhortación a cuidar esta realidad humana de la Iglesia siempre en peligro:

“Sed testigos de la fe con vuestra vida: llevad a Cristo a vuestras casas, anunciadlo entre vuestros amigos, acogedlo y servidlo en los pobres”.
Una Iglesia que crece por la atracción del testimonio del pueblo de Dios, dijo el Papa, que nada tiene que ver con el proselitismo. Por eso es necesario “salir de uno mismo e ir “hacia las verdaderas periferias existenciales”.

Y por eso reitera

“¡Pero la Iglesia somos todos! ¡Todos! Desde el primer bautizado, todos somos Iglesia y todos debemos ir por el camino de Jesús, que recorrió un camino de despojamiento. El mismo se hizo siervo, servidor: quiso ser humillado hasta la Cruz. Y si nosotros queremos ser cristianos, no hay otro camino”.

Clemente Sobrado C. P.

San Pedro y San Pablo – Ciclo C

“Ahora te digo yo: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del Reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, lo que desates en ola tierra quedará desatado en el cielo”. (Mt 16,13-19)

Dos hombres diferentes.
Dos llamadas diferentes.
A Pedro, Jesús le llama mientras recoge las redes.
A Pablo, Jesús le llama mientras va persiguiendo a los cristianos.
Dos momentos bien diferentes y dos actitudes distintas.
Pedro, el hombre del Lago sin mayores prejuicios.
Pablo, el hombre que lleva el corazón de resentimientos contra todo lo que suene a Jesús.
Ninguno de los dos fue llamado en el Templo.
Ninguno de los dos estaba rezando y leyendo la Palabra.

Para Dios no hay espacios especiales.
Incluso, a Dios no lo importan los momentos.
Ni siquiera las actitudes o disposiciones del corazón.
La gracia de Dios llama cuando menos lo esperamos.
La gracia de Dios llama, incluso cuando le estamos rechazando.
La gracia de Dios cuando toca el corazón hace que dejemos barcas y redes.
La gracia de Dios cuando toca el corazón hace que todos los resentimientos den paso al grito de “¿Quién eres, Señor?”
El poder de la gracia es más que todos los problemas y dificultades.
La gracia de Dios es capaz de actuar en los sencillos.
La gracia de Dios es capaz de actuar también en los rebeldes y resentidos.

Pedro se encuentra con el Jesús que comienza su predicación.
Pedro sigue a Jesús por los caminos polvorientos.
Pedro tiene que pasar por los momentos difíciles de la Pasión.
Pablo se encuentra con el Jesús resucitado.
Pablo se encuentra con el Jesús que sigue vivo en la Iglesia.

Pedro será la piedra firme sobre la que Jesús edificará su Iglesia.
Pablo será el misionero que abre la Iglesia a la gentilidad.
Pedro será el que da unidad a la Iglesia.
Pablo será el que funda las pequeñas iglesias entre los gentiles.
Pedro será el pastor del rebaño.
Pablo será el que hace misionera a la Iglesia.
Pablo será el misionero peregrino capaz de enfrentarse con los suyos y con los gentiles y que no temerá pasar por infinidad de dificultades y sufrimientos.

Es que cuando:
Se ha descubierto la verdad de Jesús, ningún obstáculo es capaz de detenernos.
Se ha aceptado la verdad de Jesús y del Evangelio, no hay camino que nos impida llevar la verdad.
Se ha descubierto y a aceptado a Jesús, las vidas se ponen a su servicio.

Hombres distintos.
Con llamadas distintas.
Con caminos distintos.
Pero unidos en el mismo ideal de Jesús y del Evangelio.
Pero unidos en que los dos son capaces de entregar sus vidas por el Evangelio.
Caminos diferentes que terminan en un solo camino, el del martirio.

Dos milagros de la gracia.
Dos milagros de la gracia que nos hablan de las posibilidades de Dios en nosotros.
Dos milagros de la gracia que nos hablan de que para Dios nada haya imposible.
Dos milagros de la gracia que nos hablan de lo que cada uno podemos ser.
Dos milagros de la gracia que nos hablan de que cada uno tenemos nuestro camino.
Dos milagros de la gracia que nos hablan de que siendo diferentes:
Hay un Jesús que nos une y entusiasma.
“No quiero saber otra cosa que a Jesús, y este crucificado”.
Hay un Evangelio que nos une y nos abre a la esperanza.
Hay una Iglesia que nos une y nos compromete en su acción misionera.

¿Alguien puede decir que él no sirve?
¿Alguien puede decir que él no puede?
“Todo lo puedo en aquel que me conforta”.

Clemente Sobrado C. P.

Bocadillos para la Pascua de Resurrección: Viernes después de la Ascensión

“Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, y comiendo con ellos, preguntó a Simón Pedro: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?” El le contestó: “Sí, Señor, te quiero”. (Jn 21,15-19)

Los hombres examinamos a los demás por lo que saben, por los títulos académicos que tienen, por los diplomas que cuelgan de la pared.
Cuando solicitamos un trabajo o empleo, lo primero que nos piden es nuestro “Currículo Vital”.

Cuando Dios quiere conferir una misión en su Iglesia,
Se olvida de los títulos universitarios.
Se olvida de los diplomas.
Se olvida de nuestra cabeza con sus brillantes ideas.
Mira primero nuestro corazón.
Y solo nos hace una pregunta: “¿Me amas?” “¿Me amas más que los demás?”

Es posible que a Dios le interese el magisterio.
Pero primero ve la verdad del corazón.
Si no amamos, las ideas y las teologías valen de poco.
Si no amamos, lo dirá Pablo más tarde, aunque hablemos lenguas y hagamos milagros, “no somos nada”.

Jesús no le preguntó a Pedro sobre las artes de pescar.
Tampoco le preguntó qué escuela de teología seguía.
Le preguntó “si amaba”.

Si la Iglesia es luz para el mundo, la Iglesia comienza a alumbrar e iluminar a través del amor a Dios y al prójimo.
Jesús oró al Padre que “seamos uno”.
Y propuso la unidad y la comunión como el criterio de credibilidad de “el mundo pueda creer que ha sido enviado por el Padre”.

Tenemos que ser realistas. En el mundo y también en la Iglesia:
Abundan los intelectuales. ¿No escasearán los que aman?
Abundan las grandes cabezas e inteligencias. ¿Abundarán los grandes corazones?
Abundan las ideas. ¿Estará el amor a la altura de nuestras ideas?
Abundan las estructuras. ¿Habrá suficiente amor?

Hay Iglesias arquitectónicamente maravillosas. ¿Abunda en ellas el amor y la unidad?
Hay bodas por todo lo alto. ¿Cuán alto es el amor de los que se casan?
Hay casas muy bonitas y modernas. ¿Se respira en ellas el amor?
Hay familias muy bien acomodadas económicamente. ¿Serán también acomodadas en el amor?
Hay oficinas supertecnificadas. ¿Se siente en ellas el calor del amor?

¿Cuáles son los criterios para la elección hoy de los pastores?
¿Se les pregunta primero si aman o, más bien, de qué línea son?
¿Se les pregunta primero si aman y si aman más que el resto?
¿No son los pastores los primeros en manifestar el amor del Padre?
¿No son los pastores los que “dan vida” a las ovejas?
¿No son los pastores los que “dan su vida por ellas?”

¿Recuerdan el cuento de aquella niña que cada día iba a que su papá le leyese los cuentos del libro que le habían regalado? Cansado ya de tanto leer cuentos y perder el tiempo, le grabó todo el libro en CD. La niña comenzó a escuchar los cuentos en el CD. Pero pronto volvió a que su padre se los leyese.
Pero ¿no los tienes ya en el CD?
Sí, papi, pero no siento el calor de sentarme en tus rodillas.
¿No habrá demasiadas ovejas que tienen que escuchar el Evangelio en un CD, pero sienten la falta del calor de poder sentarse en las rodillas de su pastor?

“Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó: “Señor, tú conoces todo, sabes que te quiero”. Jesús le dice: “Apacienta mis ovejas”.
¿Habrá sido válido canónicamente el nombramiento de Pedro como Pastor de la Iglesia?

Clemente Sobrado C. P.