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Bocadillos espirituales para vivir el Tiempo Ordinario: Inmaculado Corazón de María – Ciclo A

“Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua… Cuando lo vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le dijo: “Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira que tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando”. El les dijo: “¿Y por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo estar en la casa de mi Padre?” Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón”. (Luc 2,41-51)

Ayer era el “el corazón del viernes”. El corazón de Jesús.
Hoy es el “corazón del sábado”. El Corazón de María.
Dos corazones que terminan siendo un solo corazón.
Porque el corazón de Jesús lleva dentro el corazón de la Madre,
Porque el corazón de la Madre lleva dentro el corazón del Hijo.
Y los dos llevan dentro el corazón del Padre.
Y los dos llevan dentro el corazón de todos los hombres.

Hay corazones y corazones:
Hay corazones en los que no cabe apenas nada.
Hay corazones en los que apenas cabe uno mismo.
Hay corazones en los que caben todos.
Son corazones universales.
Universal era el Corazón de Jesús.
Universal era el Corazón de María.

Hablamos mucho del corazón de Jesús.
Hablamos menos del corazón de María.
Y sin embargo son dos corazones que se parecen el uno al otro.
Es interesante saber lo que sentía el Corazón de Jesús.
Pero, no es menos interesante saber lo que sentía el corazón de la Madre.
Una madre que no entiende el misterio de Dios.
Pero lo acepta generosamente.
Una madre que no entiende el misterio de la vida del Hijo.
Pero que lo acepta.
Y lo encierra en su corazón.
Y lo que no entiende su cabeza, lo medita en su corazón.

María no entendió racionalmente el misterio de su maternidad.
Pero lo meditaba y vivía en su corazón.
María no entendió racionalmente el misterio de la pérdida del Niño.
Pero lo meditaba y vivía en su corazón.
María no el estilo de vida de su Hijo en su vida pública.
Pero lo meditaba y vivía en su corazón.
María no entendió la Pasión de su Hijo.
Pero lo meditaba y vivía en su corazón.

María no entendió muchas cosas de su propia vida.
Pero colgada de la Palabra lo meditaba en su corazón.
Si el Corazón de Jesús es misterioso para nosotros, no lo es menos el corazón de María la Madre.

El Corazón de María es el modelo de todo corazón cristiano:
No entendemos racionalmente los misterios de la fe.
Pero sí podemos guardarlos y vivirlos en nuestro corazón.
No entendemos tantas cosas que acontecen en nuestras vidas.
Pero sí podemos guardarlas y vivirlas en silencio en nuestro corazón.
No entendemos las actitudes de Dios para con nosotros.
Pero sí podemos guardarlas y vivirlas en el secreto del corazón.

María fue la primera que no entendía el misterio de Dios:
¿Cómo se había fijado en ella?
¿Cómo le había elegido a ella?
No pretendió explicarlos.
Prefirió entenderlos en el silencio de su corazón.
¿Cómo pudo ser el corazón de María?
La verdad que no lo sé.
Pero estoy seguro que se parecía mucho al Corazón del Hijo.
Y desde dentro vivió la vida del Hijo.
Y desde dentro vivió la entrega del Hijo.
Y desde dentro vivió el pedido del Hijo:
“Convertirla en la madre de los creyentes”.
“Convertirla en la madre de la Iglesia”.
“Convertirla en la madre de cuantos le siguen a El”.

Bello ejemplo para todas las madres:
Tampoco ellas entienden el misterio de la vida.
Y lo aceptan.
Tampoco ellas entienden el crecimiento de los hijos.
Y lo aceptan.
Tampoco ellas entienden el plan de Dios sobre sus hijos.
Y lo aceptan.
Tampoco ellas entienden que los hijos tengan que irse.
Pero lo aceptan.

El corazón de las madres tiene mucho del Corazón de María.
Vivir lo que no entienden.
Aceptar lo que no comprenden.
Y compartir la vida de sus hijos, aunque no la entiendan.

Clemente Sobrado C. P.

Bocadillos espirituales para vivir el Tiempo Ordinario: Sagrado Corazón de Jesús – Ciclo A

“Exclamó Jesús: “Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera”. (Mt 11,25-30)

Celebramos hoy la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús.
Celebramos la fiesta no de la inteligencia y razón.
Sino la fiesta del corazón.
Javier Álvarez Osorio lo llama: “El corazón de Jesús es un Corazón del viernes, el día de la Cruz”, citado por el Equipo de San Pablo.
Corazón del viernes, porque es el Viernes Santo donde mejor se manifiesta la verdad de su amor.

El Evangelio lo expresa bellamente.
El Evangelista sorprende a Jesús hablando con el Padre.
Expresando sus sentimientos con el Padre.
Y una de las cosas que comenta con el Padre es:
No es la inteligencia la que entiende el misterio del amor.
Sino que es el corazón.
Por eso no son los grandes sabios los que mejor entienden el misterio del corazón de Dios.
Los que entienden el misterio de Dios son los sencillos, los que no saben mucho, pero tienen un corazón grande.

No es fácil entender el misterio de la Cruz con la razón.
Al contrario, la crucifixión y la cruz hasta pareciera algo irracional.
La crucifixión habla de la irracionalidad del hombre.
La crucifixión habla de la brutalidad del hombre.
La Pasión no es fácil entenderla con la cabeza.
Sólo podremos entenderla con el corazón.
Mi Fundador, San Pablo de la Cruz, introdujo una linda jaculatoria:
“Que la Pasión de Jesucristo esté siempre grabada en nuestros corazones”.
Porque la Pasión y Muerte de Jesús es cosa del amor de Dios.
Porque la Pasión y Muerte de Jesús es cosa del corazón de Dios.
Al amor solo lo entiende el amor.
Y al corazón solo lo entiende el corazón.

Por eso de ese Corazón traspasado de Jesús:
Brota la última gota de sangre.
Brota el agua que lava la última gota de Sangre.
Brota la Iglesia, hecha sacramento del Corazón de Jesús.
Brota el cristianismo, sacramento del amor de Dios a los hombres.

Por eso son los sencillos los que mejor entienden el misterio de la gracia.
Porque:
Los sencillos no entenderán grandes teologías.
Los sencillos no entenderán grandes ideas.
Los sencillos tal vez no entienden todo ese proceso de juicios contra el inocente.

Pero los sencillos:
Entienden el amor.
Entienden lo que es ser amado.
Son capaces de “tener los mismos sentimientos que Cristo Jesús”.
Entienden que se puede cargar con el yugo de Jesús, porque es yugo de amor.
Aprenden la mansedumbre y humildad del corazón.
Y encuentran descanso, alivio, esperanza en el corazón de Dios.

La fiesta del Corazón de Jesús, como fiesta del “Corazón del Viernes”, es la fiesta:
De los que buscan el amor.
De los que creen en el amor.
De los que se sienten amados.
De los que sienten que Dios es de ellos y para ellos.
De los que se comprometen a amar.

Clemente Sobrado C. P.

Bocadillos espirituales para vivir el Tiempo Ordinario: Miércoles de la 5 a. Semana – Ciclo A

“Jesús llamó de nuevo a la gente y les dijo: “Escúchenme todos y entiendan. Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro: lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. El que tenga oídos para oír que oiga. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen impuro al hombre”. (Mc 7,14-23)

Si no he contado mal, Jesús menciona trece pecados cuyo origen está en el corazón.
Lo más fácil es culpar a los demás.
Lo más fácil es culpar incluso al diablo.
Y no tenemos que ir tan lejos.
Basta que miremos lo que llevamos en el corazón.
Y nos daremos cuenta de que la maldad nace de dentro y no viene de fuera.

Y también nos está diciendo otra cosa:
He deseado en mi corazón, pero no lo he realizado.
Pues ahí está el pecado:
He deseado fornicar, pero no he podido.
Pero ya forniqué en mi corazón.
He deseado cometer adulterio, pero no he podido.
Pero mi corazón ha adulterado.
He deseado robar, pero he podido.
Pero mi corazón ya robó.
He deseado matar, pero no he podido.
Pero mi corazón y mató.
He deseado que las cosas te salgan mal, pero no he podido.
Pero mi corazón ya lo ha hecho.

La manantial del pecado y del mal, lo llevamos dentro.
Puede que el agua no sea la que queríamos.
Pero la culpa está en el manantial.

El corazón es misterioso.
Y el hombre es misterioso.
El hombre lleva dentro un manantial:
De donde brota lo bueno.
De donde brota lo malo.
Nos miramos mucho por fuera.
Y no nos miramos por dentro.
Conocemos demasiado nuestro cuerpo por fuera.
Pero conocemos muy poco nuestro corazón por dentro.
No somos lo que aparentamos por fuera.
Somos lo que somos por dentro.
No es lo que llevamos por fuera.
Es lo que no se ve dentro.
Está bien que cuidemos el cuerpo.
Está bien que cuidemos la limpieza del cuerpo.
Pero nosotros “nos somos por fuera”.
Nuestra verdad “la llevamos dentro”.
Somos nosotros mismos los causantes de lo que hacemos.
Y también de lo que queremos hacer y no podemos hacer.

Por eso Dios no mira tanto nuestro cuerpo:
cuanto la limpieza de nuestro corazón.
Con mucha razón le pedimos en el Salmo 50:
“dame un corazón puro”.
“renuévame con tu santo Espíritu”.
“devuélveme la alegría de mi corazón”.

Antes de culpar a nadie, mírate por dentro.
Dime cómo es tu corazón y te diré quién eres.
Dime lo limpio que es tu corazón y te diré lo limpia que es tu vida.

Clemente Sobrado C. P.

Bocadillos espirituales para vivir el Tiempo Ordinario: Viernes de la 33 a. Semana – Ciclo C

“Entro Jesús en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: “Escrito está: Mi “casa es casa de oración”, pero vosotros la habéis convertido en una “cueva de bandidos”. Todos los días enseñaba en el templo”. (Lc 19, 45-48)

Flickr: Martin Garcia

Jesús es claro.
Jesús no disimula las cosas.
Jesús no es de los que trata de disimular las cosas.

El templo tiene una misión
Ser casa de Dios.
Lugar de encuentro con Dios.
El templo nos habla de Dios, de encuentro de Dio.
Lugar de hablar con Dios
Lugar de escucha de Dios.

Tú puedes pasar muchas casas, pero no puedes dejar que profanemos la casa de Dios.
Puede ser un templo pobre.
Pero no puedes dejarlo profanar.
Prefieres tu templo cerrado, pero no convertido en mercado dominical.
Prefieres verlo vacío, pero no convertido en discusión de precios.
Prefieres verlo vacío, a verlo no lleno de bueyes.

Hay muchos templos, Señor, llamados a ser convertidos en casa de Dios.
Y que tú ves cada día profanados:
Por un corazón sin amor.
Por un corazón sin comprensión.
Por un corazón sin perdón.
Por un corazón sin sensibilidad.
Por un corazón lleno de malos deseos.
Por un corazón manchado por malos y vulgares deseos

No te interesa la grandeza de nuestras paredes.
Pero te interesa a vida que llevamos dentro.
¿No tintinearán demasiado las monedas en nuestros templos?
¿No sacarán más ruido las monedas que las oración?
¿No brillarán más las paredes que la santidad y a bondad del amor?

No profanamos nuestros templos destruyendo sus piedras.
Destruimos nuestros templos con la pobreza de nuestra oración.
No profanamos nuestros templos no contemplado sus cuadros.
Sino olvidándonos de contemplar el rostro de Dios.
Somos más turistas del arte, que turistas de Dios y del espíritu.

Señor: que nuestros templos brillen de vida.
Señor: que nuestros templos más que la belleza del arte manifiesta la belleza de de gracia.
Señor: que no profanemos nuestros maravillosos templos de arte.
Señor: que no profanemos estos templos vivos de nuestros.
Señor: echa fuerza todo lo que nos impide vivirte.
Señor: echa fuerza todo te vernos.

Clemente Sobrado C. P.

Bocadillos espirituales para vivir el Tiempo Ordinario: Martes de la 17 a. Semana – Ciclo C

“Jesús dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decirle: “Acláranos la parábola de la cizaña en el campo”. El les contestó: “El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre, el campo es el mundo… el enemigo que siembra la cizaña la cizaña es el diablo”. (Mt 13, 36-43)

La parábola del trigo y la cizaña dejó preocupados a los discípulos.
Sobre todo debió de sorprenderles el que les prohibiese “arrancarla y dejarla crecer con el trigo”.
Ellos estaban acostumbrados a la religión de la Ley que con suma facilidad “excluía” y “arrancaba” a los “presuntos malos”, y no concebía el contacto entre buenos y malos.
Y por eso, ya a solas con El le piden les explique esta novedad, este cambio.
Y resulta curioso que otras cosas no le pregunten nada.
Pero se ve que este mandato de la ley estaba bien arraigado en la mentalidad de la gente.

Para Jesús, la religión del amor no excluye a nadie.
La religión del amor es comprensiva también con los malos.
La religión del amor está abierta a todos, buenos y malos.
La religión del amor sabe esperar hasta el tiempo de la cosecha, hasta el final.
En la religión del amor nadie es quien para juzgar a quiénes merecen quedarse y quienes tienen que salirse.
En la religión del amor nadie es quién para juzgar el corazón de los demás.
En la religión del amor sólo Dios es el único que puede definir la verdad del corazón de todos.

Aunque él ya está escondido a los ojos del mundo, sus enseñanzas siguen vivas en la Iglesia. Me dolió la renuncia de Benedicto XVI. Pero me encantó el espíritu con que renunció.
Quiso descubrir:
Que en la Iglesia había trigo y cizaña.
Que en la Iglesia había muchas divisiones en el clero, el alto y el bajo.
Que en la Iglesia había demasiadas intrigas.
Que en la Iglesia había demasiadas ansias de poder y de figurar.

Lo dijo con todo el dolor de su corazón y casi haciendo una confesión de que él no pudo lograr esa unidad y espíritu Evangélico.
Pero no condenó a nadie, aun teniendo conciencia de la realidad.
No excluyó a nadie de la Iglesia.
Lo único que pidió fue la conversión de todos al Evangelio.
Y que él, aun escondido a los ojos del mundo, seguiría orando por la Iglesia.

El rigorismo no suele ser el camino de la gracia.
El camino de la gracia se llama comprensión y tolerancia.
Y esto, en modo alguno, es una actitud de permisividad y relajación que lo acepta todo y da igual ser bueno que malo.
El amor siempre es exigente, pero también comprensivo.
El amor siempre es incluyente, pero nunca excluyente.

El dueño del campo donde sembró buena semilla:
Tomó conciencia de que también crecía la cizaña.
Sabía que todo estaba mezclado, cizaña y trigo.
Pero no aceptó que se arrancase la cizaña.
“Dejadla crecer”
“Dejad que llegado el tiempo de la siega podamos hacer la selección”.
Mientras tanto, que nadie se escandalice.
Mientras tanto, el enemigo seguirá haciendo de las suyas.
Mientras tanto, los buenos tomarán conciencia de lo malo y los malos tomarán conciencia de los bueno.
No nos toca a nosotros hacer la selección.
La mejor selección es dar la oportunidad para que el trigo madure.
La mejor selección es dar la oportunidad para que los malos puedan cambiar.
Es cuestión de saber esperar.
Y de eso algo se sabe el amor que ama de verdad.

Clemente Sobrado C. P.