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Amigo es el que…

Amigo es el que:
cuando todos se van, el se queda.
cuando todos te abandonan, él te acompaña.
cuando todos te olvidan, él te recuerda.
cuando todos te dan la espalda, él te sonríe.
cuando todos te critican, él habla bien de ti.
cuando nadie te busca, él te regala su tiempo.
cuando todos te dejan, él te busca.

Amigos

Flickr: jrsnchzhrs

El amigo es un tesoro.
Y hasta Dios quiso hacerse amigo:
«Ya no os llamo siervos sino amigos».

¡Felicidades en el día de la amistad!

Clemente Sobrado C. P.

Bocadillos espirituales para la Pascua: 6to Domingo de Pascua – Ciclo B

“Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Y vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que os mando”. (Jn 15,9-17)

A Jesús le encanta ponernos el listón bien alto.
“Os améis como yo os he amado”.
“el amor más grande dar la vida por los amigos”.
El límite de nuestro amor es el amor mismo de Jesús.
El límite de nuestro amor es “dar como él nuestra vida por los demás”.

A Jesús no le va eso de ganarse amigos poniendo las cosas fáciles.
A Jesús no le va eso de ganarse amigos poniendo las cosas baratas.
A Jesús le fascinan las cumbres.
De seguro que de ser escalador no pararía hasta llegar a la cima del Himalaya.
Es que los ideales pequeños no entusiasman a nadie.
Es que las metas cortas no ilusionan a nadie.
Es que solo los grandes ideales son capaces de hacernos arriesgarlo todo.
Solo los grandes ideales son capaces de despertar almas grandes.
Solo los grandes ideales son capaces de despertar corazones como el suyo.
¿Alguien se atreve a proponer un amor como el suyo?
Un amor que lo da todo hasta quedar desnudo de todo, incluso de la vida.

¿Te atreverías a dar tu vida hoy, como él? Veamos, es algo muy sencillo.
No la darás de un trago.
Pero la podrás dar a traguitos cada día:

Sí, claro, atrévete hoy a morir.
Atrévete a renunciar a ti mismo para preocuparte de los demás. Nadie celebrará ni llorará esa tu muerte. Pero no deja de ser muerte. Bueno, es una muerte que en realidad te da más vida. Para seguir a Jesús, los mejores son aquellos que «se niegan a sí mismos».

Atrévete hoy a morir.
Muy fácil. Cuando en casa te acusen de todo, te hagan responsable de todo, porque tú fuiste el causante de esto y lo otro. Tú calla. No respondas. Sí, ya sé que tus hígados te arderán… es que la muerte siempre quema por dentro. Cuando a Jesús le acusaron, el Evangelio dice que «Él callaba«. El silencio también es muerte.

Atrévete hoy a morir.
Si te acusan, si sientes que hablan mal de ti, que murmuran de ti. No hagas caso. No te defiendas. ¿Que tú tienes la razón?
¿Y crees que Cristo no tenía razón cuando le acusaban? Pero no se defendió.
Prefirió callarse. Deja que sea tu vida tu mejor defensa.

Atrévete hoy a morir.
Olvídate de tus intereses y dedícate a satisfacer las preocupaciones de los demás. El tiempo que inviertes dedicándoselo a los demás, es tu mejor inversión. Duele dejar lo tuyo por los demás. Pero eso te hace revivir por dentro.

Atrévete hoy a morir.
Hoy decídete a ser tú mismo, aunque te traiga consecuencias con los amigos.
Decídete a ser coherente contigo mismo, aunque todos te digan que no sabes vivir la vida.
Decídete a ser fiel, por más que te digan que «no sabes lo que te pierdes».
También los amigos te van ayudando a morir a poquitos, esa muerte lenta y dolorosa.

Atrévete hoy a morir.
Es muy simple. Di la verdad, aunque te traiga complicaciones.
Di la verdad, aunque te descubran culpable.
Di la verdad, aunque con ello dejes de ganar más dinero.
Habrás muerto por la verdad, en vez de vivir con la mentira metida dentro de ti. Tu vida ya perdería mucho de vida….

Atrévete hoy a morir.
No elijas ni escojas tu muerte. Acepta la que te toca.
Acepta el sufrimiento tal y como viene.
Acepta la enfermedad tal y como viene.
Si te duele el pie, no prefieras que sea la mano.
No escojas tus sufrimientos.
Te son suficientes los de turno.
Quien hace selección en los sufrimientos termina eligiendo los peores.
¿Te atreverías a amar así? Así amó Jesús y así murió Jesús.
El en la cruz. Tú en las pequeñas cruces de tu fidelidad diaria.
Hay quien ama colgado de una Cruz muy grande, y hay quien ama colgado de las pequeñas cruces diarias.

Clemente Sobrado C. P.

Bocadillos espirituales para vivir la Navidad: Lunes después de la Epifanía – Ciclo B

“Determinó Jesús salir para Galilea; encuentra a Felipe y le dice: “Sígueme”. Felipe era de Betsaida, ciudad de Andrés y de Pedro. Felipe encuentra a Natanael y le dice: “Aquel de quien escribieron Moisés en a Ley y los Profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret.” “¿De Nazaret puede salir ago bueno?” Felipe le dice: “Ven y verás”. Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: “Ahí tenéis a un israelita de verdad en quien no hay engaño” (Jn 1,43-51)

La vida se transmite de abuelos a padres, de padres a hijos.
Es la cadena de la vida.
La fe también se transmite de creyentes a no creyentes.
Y Dios llama de unos a otros.
Es la cadena de a fe.
Es la cadena de la evangelización.

Jesús llama a Felipe.
Felipe se encuentro con su amigo Natanael.
Y le anuncia la presencia del Mesías.
Natanael comienza por dudar, de Nazaret no se puede esperar nada nuevo.
Pero Felipe insiste y lo lleva a Jesús para que “vea con sus propios ojos”.

Es el proceso de la fe y la llamada de Dios.
No importa si Natanael no está preparado para recibir la llamada.
No es Felipe el que despierte la fe en él.
Sencillamente hace de intermediario y lo lleva a Jesús para que él mismo haga su propia experiencia.

Es el proceso de la evangelización.
No siempre es un proceso de masas.
Es el proceso del contacto personal, de la relación personal.
No somos nosotros los que llamamos a nadie.
A nosotros nos corresponde ser puentes entre el hombre y Dios.
A nosotros nos corresponde ser esos amigos que invitan.
A nosotros nos toca ser intermediarios entre el amigo y Jesús.
El resto le corresponde a Jesús.
El resto ya no es cosa nuestra sino de Dios.
El que toca el corazón es Dios.
El que abre los ojos es Dios.
El que abre el corazón a la llamada es Dios.
A nosotros no nos toca convertir a nadie.
A nosotros nos toca anunciar y abrir el camino que lleva a Jesús.
No fue Felipe el que llamó a Natanael, sino el amigo que le anunció y le invitó a ver a Jesús.

Esa es la verdadera amistad ser puente entre el que no cree y Jesús que le llama.
Esa es la verdadera misión del creyente.
Ser puente.
Ser anuncio personal.
Llevar para que los demás “vean” y se convenzan.

No puedo olvidad mi propia vocación.
Como Natanael creo que estaba bajo la higuera de la indiferencia.
Todo comenzó por una invitación de un maravilloso sacerdote que fue la primera sacudida.
Luego fue el viejo Juan Bautista que me pone en contacto con él.
Ahí comenzó mi historia vocacional.
Lo que para mi era un imposible se hizo toda una realidad.

Hoy se tiene poca fe en el anuncio masivo.
Hoy se cree más en el contacto personal y capilar.
A cuántos pudiéramos también nosotros decir: “he visto a Jesús”.
A cuántos pudiéramos nosotros decir: “ven y verás”.
Dios se sirve de nosotros para llegar a los demás.
Dios nos llama para que nosotros podamos ser también su voz que llama e invita a otros.
Tú puedes ser hoy la sorpresa de Dios en el corazón de tu amigo.
Si cada uno invitáramos a otro, cuantos que hoy viven lejos, estarían cerca.
Invita hoy a un amigo a que te acompañe a la Iglesia a visitar al Señor.
Invita hoy a un amigo a rezar contigo.
Invita hoy a un amigo a leer la Palabra de Dios.
No importa si está bajo la higuera.
Tú anúnciale tu experiencia y llévale a que él haga la suya.

Clemente Sobrado C. P.

Bocadillos espirituales para vivir la Cuaresma: Viernes después del Miércoles de Ceniza – Ciclo A

Flickr: possumgirl2

“Los discípulos de Juan Bautista se acercaron a Jesús preguntándole: ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?” Jesús les dijo: “¿Es que pueden guardar luto los invitados a la boda, mientras el novio está con ellos?” (Mt 9,14-15)

No es nada fácil cambiar de actitud y costumbres.
Nos han metido la idea de un Dios al que mejor le ganamos con hambre en el estómago que con alegría en el corazón.
Y Dios no le va mucho eso de ayunos y abstinencias.
A Dios le va mucho mejor lo de la fiesta y la boda.

La religión de Jesús no es la religión del ayuno.
La religión de Jesús es la religión de la amistad con Dios.
La religión de Jesús es la religión de la comunión personal con Dios.
La religión de Jesús es la religión de la “boda”.
La religión de Jesús es la religión de la fiesta.

¡Cuántas fiestas aparecen en las que Jesús participa!
El hijo pródigo termina en un banquetazo y un bailetón.
La conversión del publicano termina en una de esas cenas como para recordar.
Claro que no faltan quienes prefieren la religión del estómago vacío.
Prefieren la religión de las caras tristes.
Prefieren la religión de los corazones amargados.

Si Dios es fiesta, ¿cómo va pretender que sus hijos vivan de velorios espirituales?
Si Dios es fiesta, ¿cómo no va a querer que vivamos festivamente?
Si Dios es boda, cómo va a pretender vernos vestidos de luto.
Dios es alegría.
La gracia es alegría.
El amor es alegría.

Nunca me han gustado esas espiritualidades que son espirituales que:
Prefieren la tristeza que alegría.
A la tristeza o seriedad la llaman piedad.
A la tristeza y seriedad la llaman recogimiento.
Aunque yo prefiero llamarles de “encogimiento”.

La alegría la confunden con disipación.
La alegría la confunden con distracción.
La alegría la confunden con falta de interioridad.

Yo prefiero como Jesús la gozosa experiencia de la comunión personal con el Dios amigo, con el Dios novio, con el Dios esposo.

Alguien me pedía volviésemos a la Misa en latín porque era más seria.
Yo digo que era más inofensiva porque nadie la entendía.
Espero que el cura entendiese suficientemente el latín.

¿Cuándo recuperaremos la alegría como experiencia de Dios?
¿Cuándo recuperaremos la alegría como experiencia del Evangelio?
Si el mismo Jesús nos pide que cuando ayunemos nos perfumemos y nos lavemos la cara y que no salgamos a la calle con cara de “ayunantes amargados”?

Clemente Sobrado C. P.

Bocadillos espirituales para vivir la Pascua: Sexto Domingo de Pascua – Ciclo B

“Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Y vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que os mando”. (Jn 15,9-17)

Flickr: Carolonline

A Jesús le encanta ponernos el listón bien alto.
“Os améis como yo os he amado”.
“el amor más grande dar la vida por los amigos”.
El límite de nuestro amor es el amor mismo de Jesús.
El límite de nuestro amor es “dar como él nuestra vida por los demás”.

A Jesús no le va eso de ganarse amigos poniendo las cosas fáciles.
A Jesús no le va eso de ganarse amigos poniendo las cosas baratas.
A Jesús le fascinan las cumbres.
De seguro que de ser escalador no pararía hasta llegar a la cima del Himalaya.
Es que los ideales pequeños no entusiasman a nadie.
Es que las metas cortas no ilusionan a nadie.
Es que solo los grandes ideales son capaces de hacernos arriesgarlo todo.
Solo los grandes ideales son capaces de despertar almas grandes.
Solo los grandes ideales son capaces de despertar corazones como el suyo.
¿Alguien se atreve a proponer un amor como el suyo?
Un amor que lo da todo hasta quedar desnudo de todo, incluso de la vida.

¿Te atreverías a dar tu vida hoy, como él? Veamos, es algo muy sencillo.
No la darás de un trago.
Pero la podrás dar a traguitos cada día:

Sí, claro, atrévete hoy a morir.
Atrévete a renunciar a ti mismo para preocuparte de los demás. Nadie celebrará ni llorará esa tu muerte. Pero no deja de ser muerte. Bueno, es una muerte que en realidad te da más vida. Para seguir a Jesús, los mejores son aquellos que «se niegan a sí mismos».

Atrévete hoy a morir.
Muy fácil. Cuando en casa te acusen de todo, te hagan responsable de todo, porque tú fuiste el causante de esto y lo otro. Tú calla. No respondas. Sí, ya sé que tus hígados te arderán… es que la muerte siempre quema por dentro. Cuando a Jesús le acusaron, el Evangelio dice que «Él callaba». El silencio también es muerte.

Atrévete hoy a morir.
Si te acusan, si sientes que hablan mal de ti, que murmuran de ti. No hagas caso. No te defiendas.
¿Que tú tienes la razón?
¿Y crees que Cristo no tenía razón cuando le acusaban? Pero no se defendió.
Prefirió callarse. Deja que sea tu vida tu mejor defensa.

Atrévete hoy a morir.
Olvídate de tus intereses y dedícate a satisfacer las preocupaciones de los demás. El tiempo que inviertes dedicándoselo a los demás, es tu mejor inversión. Duele dejar lo tuyo por los demás. Pero eso te hace revivir por dentro.

Atrévete hoy a morir.
Hoy decídete a ser tú mismo, aunque te traiga consecuencias con los amigos.
Decídete a ser coherente contigo mismo, aunque todos te digan que no sabes vivir la vida.
Decídete a ser fiel, por más que te digan que «no sabes lo que te pierdes».
También los amigos te van ayudando a morir a poquitos, esa muerte lenta y dolorosa.

Atrévete hoy a morir.
Es muy simple. Di la verdad, aunque te traiga complicaciones.
Di la verdad, aunque te descubran culpable.
Di la verdad, aunque con ello dejes de ganar más dinero.
Habrás muerto por la verdad, en vez de vivir con la mentira metida dentro de ti.
Tu vida ya perdería mucho de vida….

Atrévete hoy a morir.
No elijas ni escojas tu muerte. Acepta la que te toca.
Acepta el sufrimiento tal y como viene.
Acepta la enfermedad tal y como viene.
Si te duele el pie, no prefieras que sea la mano.
No escojas tus sufrimientos.
Te son suficientes los de turno.
Quien hace selección en los sufrimientos termina eligiendo los peores.
¿Te atreverías a amar así? Así amó Jesús y así murió Jesús.
El en la cruz. Tú en las pequeñas cruces de tu fidelidad diaria.

Pensamiento: Hay quien ama colgado de una Cruz muy grande, y hay quien ama colgado de las pequeñas cruces diarias.

Clemente Sobrado C. P.